La Vanguardia

El Hivernacle de la Ciutadella sucumbe al olvido

La rehabilita­ción que tenía que estar acabada en el 2016 sigue sin tener fecha de inicio

- Raúl Montilla Barcelona

En enero de 1934, las páginas de La Vanguardia mostraban un Hivernacle del parque de la Ciutadella lleno de jaulas. ¡No era para menos! Se trataba de una edición más de la populosa Exposición Internacio­nal de Canaricult­ura, organizada por la Sociedad Protectora del Canario, que incluía un concurso de renombre que sumaba ya 17 años. Pájaros de todo tipo, exposicion­es de setas, de orquídeas, actos sociales variados nutrían de contenido en los años treinta del siglo pasado a este edificio singular de Barcelona, que a lo largo de su historia ha ido combinando etapas doradas con otras oxidadas. Ahora es una de estas últimas: el Hivernacle languidece. Y todavía no hay nueva fecha para una rehabilita­ción que tenía que haber estado acabada en el 2016.

El pleno de marzo del año pasado –a partir de una iniciativa Jxcat– aprobó retomar la rehabilita­ción del edificio obra de Josep Amargos i Samaranch, aunque fue proyectado inicialmen­te por Josep Fontserè. Asumió que era una necesidad después de que hace cinco años se parara al poco de empezar una actuación presupuest­ada en 800.000 euros, una reforma parcial que se iba a centrar en la vidrieras y en las puertas del edificio, que fue construido entre 1883 y 1887 para cultivar plantas tropicales, aunque pensando en la Exposición Universal de 1888, donde fue escenario de fiestas y de muestras. Aquella actuación también buscaba recuperar la decoración floral de varios plafones. Pero la empresa que tenía que hacer las obras entró en concurso de acreedores, por lo que la intervenci­ón se paró de manera inmediata casi el poco de empezar.

Y después ya pasó todo el anterior mandato sin ninguna otra novedad. Fuentes municipale­s explican que, actualment­e, se está redactando un proyecto ejecutivo para los trabajos de restauraci­ón que incluirá intervenci­ones de consolidac­ión de la estructura, aparte de la recuperaci­ón de ventanas, puertas o de elementos ornamental­es ya prevista. Aunque, eso sí, precisan desde el Ayuntamien­to, su ejecución dependerá de la disposició­n presupuest­aria. Lo que se dice sin decirlo: que el hecho de que haya una pandemia y una nueva crisis económica no juega a favor de la rehabilita­ción.

Futuro incierto para un edificio cuya estructura de metal flaquea. Muchos de sus cierres de vidrio están rotos o hace años que han dejado de existir. Sus naves de verjas oxidadas albergan ahora a personas sin hogar, cada vez más, que deambulan por este edificio y por el vecino Umbracle, también en un estado lamentable, con carros de supermerca­dos cargados con todas sus pertenenci­as. Algunos vecinos explican también que la zona se ha convertido en escondrijo­s de ladrones de poca monta.

El Hivernacle, que competenci­almente dentro del Ayuntamien­to depende de Parcs i Jardins, muere lentamente,

“Hay gente malviviend­o. Y antes de la pandemia venían chicos jóvenes a repartirse el botín de lo que robaban. A estos ahora no se les ve tanto, a lo mejor porque ya no hay turistas o porque ya ni se esconden”, explica una septuagena­ria vecina que atraviesa el parque, bajo el calor sofocante, arrastrand­o los pies. “De tanto en tanto vienen a regar las plantas y de paso limpian un poco, pero está todo que se cae pedazos. Da pena y cualquier día habrá una desgracia”, certifica otro paseante habitual.

El espacio, en cuyo interior ahora dominan palmeras, grandes ficus y chefleras (las actuales se plantaron entre 1990 y 1995), también tuvo en el pasado gardenias y plantas acuáticas e incluso un terrario, Sus tres naves (Central, Picasso y Magnòlies, por el nombre de los paseos colindante­s) ya fueron objeto de una

A LA ESPERA DE PRESUPUEST­O La situación económica derivada de la Covid-19 suma incertidum­bre sobre su futuro

EL EDIFICIO SE MUERE Desde hace casi diez años tan sólo se hace el mantenimie­nto de las plantas

primera restauraci­ón en 1921-1923, a la que le siguió otra en 1930-1931. Fue una de sus épocas doradas, hasta que estalló la Guerra Civil.

Tras la contienda, en una Barcelona arrasada por las bombas, cayó en el olvido hasta que en 1966 fue objeto de una nueva restauraci­ón que, eso sí, no consiguió llenarlo de vida por mucho tiempo ya que en 1985, el Ayuntamien­to tuvo que llevar a cabo otra remodelaci­ón. Al poco lo reabrió como sala de exposicion­es, pero fue ganando contenido con el tiempo. En la década de los noventa, hasta principios del actual milenio, volvió a renacer.

Contó con un ciclo de jazz al que le dio nombre y que hizo que el recinto se equipara con calefacció­n (en los años sesenta ya se había instalado un sistema, pero necesitaba renovarse). También fue escenario de actos culturales, como presentaci­ones de libros o recitales poéticos, así como diversos encuentros sociales. Fue sede de exposicion­es, casi siempre relacionad­as con la naturaleza. Una de sus alas (la de Picasso) funcionó como bar tienda de libros y material ecológico. Acogió un restaurant­e que funcionó hasta principios del 2006, Cuando se acabó la concesión, el Hivernacle siguió siendo un espacio vivo durante un tiempo: fue allí donde ese mismo año, en junio, Joan Saura y el fallecido Jordi Miralles iniciaron la campaña de Iniciativa a favor del sí al Estatut (en 1991, Pasqual Maragall había inaugurado allí la campaña de las municipale­s de Barcelona). Aunque al poco se marchitó.

Tras prácticame­nte dos años sin apenas uso, en el 2008 el Ayuntamien­to hizo otra rehabilita­ción que costó más de un millón de euros y que se gastó en impermeabi­lización, drenaje y pintura. Se arreglaron también las claraboyas de dos naves. Una puesta al día que finalizó en el 2009 con una especie de inauguraci­ón, una jornada de puertas abiertas que, después de aquello, se cerraron a cal y canto. Sin saber a qué dedicarlo, con los efectos de la crisis del ladrillo, cualquier proyecto previsto acabó en un cajón. Desde entonces se han mantenido unos cuidados mínimos para las plantas e insuficien­tes para el edificio, que parece que espera que su nueva época dorada no llegue demasiado tarde.

PREOCUPACI­ÓN

Las naves albergan a personas sin hogar y fueron escondrijo de ladrones de poca monta

LA ÚLTIMA ÉPOCA DORADA

En los años 90 del siglo pasado fue escenario cultural y dio nombre a un ciclo de jazz

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 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Contrastes. Construido para la Exposición de 1888, a lo largo de su historia ha combinado épocas doradas con otra oxidadas
LLIBERT TEIXIDÓ Contrastes. Construido para la Exposición de 1888, a lo largo de su historia ha combinado épocas doradas con otra oxidadas
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 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Varias personas malviven, actualment­e, en el interior del edificio de tres naves
LLIBERT TEIXIDÓ Varias personas malviven, actualment­e, en el interior del edificio de tres naves
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Las claraboyas se repararon durante la intervenci­ón del año 2008
LLIBERT TEIXIDÓ Las claraboyas se repararon durante la intervenci­ón del año 2008
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LLIBERT TEIXIDÓ La fachada presenta numerosos desperfect­os y las verjas están completame­nte oxidadas

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