Judit Bardolet
Violinista del Quartet Gerhard
El Quartet Gerhard regresa a Catalunya tras una década viviendo en Basilea y Berlín y en un momento en que sienten su instrumento consolidado y con perspectiva de crecer más. Mañana celebran el 10.º aniversario con un concierto en el Palau.
Han transcurrido diez años desde que surgiera, en plena crisis, el que viene siendo el cuarteto más revelador en Catalunya después de los Casals. El Quartet Gerhard –Lluís Castan, Judit Bardolet, Miquel Jordà y Jesus Miralles, todos ellos en los treinta y pocos– coincidieron en Esmuc, y de muy jóvenes se trasladaron al extranjero: tres años en Basilea tres años, siete en Berlín... y justo ahora están de vuelta. El coronavirus solo ha acelerado la decisión. Mañana celebran su décimo aniversario tocando Gerhard y Schubert en el Palau de la Música, el escenario que les dio el impulso inicial al ganar el Primer Palau.
¿Qué papel jugó la presencia del Quartet Casals para que se atrevieran a formar un cuarteto, entonces un tradición perdida en Catalunya?
Jesús Miralles: Su influencia fue grande, demostraban que se podía vivir de esto. Nos inspiraron.
Judit Bardolet: Son nuestro primer referente. Nos dieron ideas de cómo hacer la carrera.
J.M.: En aquel momento había mucha inconsciencia, pero eso nos daba fuerza, ganas de hacerlo todo y hacerlo enseguida. En una semana planeábamos un concierto. Nos emocionaba tanto...
J.B.: Pero había momentos que íbamos de gira por Andalucía con 20 euros en la cuenta corriente... Sin la pasión eso se acaba dejando.
J.M.: Ha sido más gratificante que difícil. El trabajo diario, descubriendo las obras, ver que no hay un límite de trabajo... eso es lo que hace un cuarteto atractivo.
El contexto europeo ayuda. En Alemania es muy normal ir a conciertos de clásica...
Miquel Jordà: Lo que impresiona es ver que el público es gente joven, de nuestra edad, como en Piano Salon Christophori, la sala de Berlín donde tocamos dos veces al año y que estando consolidada, es underground, una antigua fábrica de pianos que reformaron hace 30 años. Esto te anima.
¿Y qué programas tocan ahí?
M.J.: Tocamos Beethoven, Mozart, Brahms, Schubert, Gerhard, una obra de Joan Magrané...
Lluís Castan: Al final el peligro está en las etiquetas.
J.B.: Por eso son tan interesantes estos festivales que programan sobre conceptos y mezclan obras de repertorio con contemporáneas. En Suiza, por ejemplo, son muy abiertos a la hora de programar. Allí tocamos dos veces el Cuarteto de Gerhard, una vez antes de la pausa y otra después. Y fue un éxito total. La segunda vez la gente se puso de pie lanzando bravos.
LL.C.: Es que Gerhard lo pide en una carta: “Mis obras se deberían tocar dos veces en el mismo concierto, porque con una sola no da tiempo a asimilar el discurso”.
J.B.: Es tan bueno que no es que la gente lo tenga que entender, solo ha de dejar que penetre en su piel.
¿Cuán enamorados siguen de Robert Gerhard?
M.J.: De su música y su personalidad, porque es un hombre que, aún en los momentos que le tocó vivir, se posicionó siempre por la cultura y por la libertad. Estoy leyendo su correspondencia con Schönberg y ves todos los esfuerzos que hacía por Barcelona, la música y sus amigos. Cómo se ayudaban y las relaciones que tejían. Siempre hay una posibilidad nueva de descubrirlo porque es un personaje algo enigmático: lo que hizo aquí, en Cambridge, en EE.UU... Es una presencia que has de ir rebuscando porque no hay nada, lo cual deja mucho espacio a la imaginación. Y como tocamos y tocaremos su música, le hemos cogido mucho cariño. No es fácil ni de interpretar ni de escuchar. Hay pocos como él. Con el tema electrónico, por ejemplo, ves que con 60 años estaba con la gente de 20, compartiendo con la juventud la música del futuro.
¿Llamarse Gerhard era una declaración de principios para reivindicar la música del s. XX?
J.B.: Tal vez al principio no era algo consciente, pero es cierto que las primeras obras que cogimos eran de Janácek, Kurtág o el mismo Gerhard. Y la sentíamos más cercana quizás que un Cuarteto de Mozart, nos la hicimos muy nuestra. Y fue luego que nos sentimos identificados con Gerhard con el hecho de querer acercar la música de nuestro tiempo a la gente.
¿Han tenido éxito en este intento?
LL.C.: Bueno, hay dos tendencias con esta música: pensar que es difícil de entender e igualmente no se entenderá, con lo cual haces cuatro ruidos y ya está, o hacer el mismo trabajo que haces con un Schubert o un Beethoven. El resultado es totalmente distinto, y la respuesta del público también. Como nosotros no sabemos salir al escenario sin haber ensayado mucho, ofrecíamos siempre un Gerhard muy bien ensayado.
J.B.: Y la respuesta siempre ha sido buena, con raras excepciones.
M.J.: Sí, el único favor que puedes hacer a Bartók, Kurtág, Gerhard y el siglo XXI es tocarlos muy bien. “Qué colores, qué luces, no me lo esperaba”, te dice la gente. Nosotros siempre damos dos piezas del siglo XX en cada programa y me interesa saber qué les gustó más a la gente. Sorprende que escojan justamente estas piezas.
M.J.: Nuestro abanico es muy amplio y quiere serlo, porque la vida es corta y queremos tocar todos los siglos de música buena que hay para cuarteto. Y si todo lo haces
Comprometidos.
bien, el concierto es una fiesta.
¿Cuál es el reto ahora?
J.B.: Ya no es una cosa concreta sino cantidades. Una integral de Beethoven pide tiempo. Y ahora estamos haciendo en el Palau en varios años la integral de Mozart dedicados a Haydn.
Han grabado ahora el cuarto cd, pendiente de salir al mercado.
LL.C.: Sí, antes de la pandemia grabamos Schubert y los Seis momentos musicales de Kurtág.
M.J.: Y nos sentimos muy cómodos estrenando obras contemporáneas en las que conoces al compositor. En enero estrenaremos algo de Ramon Humet en el Palau y el Auditorio Nacional.
J.M.: Te da mucha flexibilidad de discurso trabajar con un autor vivo.
LA SINTONÍA CON EL SIGLO XX “Ya al principio sentíamos más cercano a Gerhard que un Cuarteto de Mozart”
ABANICO AMPLIO
“La vida es corta, hay que tocar todos los siglos de música buena que hay para cuarteto”