La Vanguardia

El debate llega a la Constituci­ón

El CIS preguntará en septiembre a la sociedad sobre los apoyos a una reforma constituci­onal

- CARLES CASTRO

La convulsión política que ha generado la salida de España del rey emérito ha puesto de actualidad el debate sobre el vigente marco constituci­onal, hasta el punto de que el CIS ha anunciado que formulará una pregunta al respecto en su próximo barómetro de septiembre. La intención es loable, pero los resultados –a tenor de anteriores exploracio­nes que no detectaron preferenci­as claras ni consensos bien definidos– pueden ser poco operativos. La última vez que se preguntó a los españoles sobre la necesidad de la reforma constituci­onal, en septiembre del 2018, el 70% se mostró a favor y solo un 15% lo hizo en contra.

Lo más relevante de esas cifras era el cambio que reflejaban con respecto a las últimas décadas. A mediados de los 80, solo un 32% apostaba por la reforma constituci­onal, frente a un 33% que prefería no tocar la Carta Magna y una proporción similar que no se pronunciab­a. El apoyo a la reforma constituci­onal fue creciendo con el tiempo, hasta superar de largo el 40% de los consultado­s, aunque a principios del actual milenio volvió a caer al 33%. La derecha acababa de conseguir su primera mayoría absoluta y el marco constituci­onal parecía ofrecer garantías a todo el mundo.

Sin embargo, con la llegada de la crisis económica el respaldo a una reforma de la Constituci­ón se disparó por encima del 50% y, en solo seis años, entre el 2012 y el 2018, creció en más de diez puntos y se situó en torno al citado 70%. Sin duda, los cambios generacion­ales tienen también bastante que ver con la vigencia de un texto que fue elaborado hace más de 40 años.

Eso sí, no existe un consenso amplio sobre en qué dirección habría que reformar la Carta Magna. Entre las múltiples opciones cabe destacar la regulación de las competenci­as autonómica­s, el incremento de la transparen­cia política y la protección de los derechos sociales. Pero en algún sondeo se han llegado a barajar más de 20 posibilida­des de reforma (algunas de ellas incompatib­les entre sí), con la justicia como objetivo más destacado. Y sobre la Corona únicamente aparece la reforma del mecanismo de sucesión para garantizar la igualdad de género.

Cosa distinta es la confianza que viene suscitando la monarquía en la opinión pública española. Y ahí, la evolución es más bien sombría. Todavía a mediados de los noventa, los consultado­s por el CIS puntuaban con un notable holgado (7,5) la confianza que les merecía la institució­n monárquica. A principios del milenio (de nuevo el cambio generacion­al), la confianza comenzó a declinar en forma de aprobados justos, y ya con la llegada de la crisis, a partir del 2011, comenzaron los suspensos, que tocaron fondo en el 2013 y 2014 (3,7). La renuncia al trono de Juan Carlos I en favor de Felipe VI permitió una mejora, aunque todavía por debajo del aprobado (4,3). Y no parece que los últimos acontecimi­entos puedan favorecer un incremento de esa nota.

Los sondeos del CIS daban hace algunos años las claves de la confianza de los españoles en la Monarquía, así como del carácter volátil de su apoyo. Concretame­nte, el 55% de los ciudadanos considerab­a que la institució­n monárquica era ya “algo superado” desde hacía tiempo, aunque añadían un matiz decisivo: el 64% supeditaba su juicio a la Corona a “como sea el Rey”. “Todo depende de eso”.

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