La Vanguardia

Encinas con estrés

- Lluís Permanyer

Preocupa el estado de las encinas que distinguen la plaza Catalunya. No es novedad.

La encina preside la plaza Catalunya; y la plaza es el centro, que no los laterales. Aunque presida la plaza Catalunya no ha sido siempre su árbol emblemátic­o, de ahí que se haya atribuido a estas encinas una longevidad que no les correspond­e.

Merece ser contado el origen de su elección.

La plaza Catalunya nació muy tarde: en 1902. La urbanizaci­ón fue de lo más banal. Las amplias aceras de los costados, conectadas con la rambla Catalunya y al paseo de Gràcia, fueron arboladas mediante plátanos, la especie introducid­a por Cerdà en el Eixample y que tan buen resultado había dado; la opción escogida para el resto de la plaza, en cambio, resultó muy distinta. Fueron distribuid­as unas cien palmeras que llenaban los parterres destinados a trazar unas avenidas en forma de X. Sospecho que el jardinero Ramon Oliva dirigió aquel proyecto tan detestado. Parece mentira que hubiera insistido con esa especie, sabida la pésima acogida que mereció en 1888 el nuevo paseo Colom. Los barcelones­es, siempre tan irónicos, lo bautizaron así: “Passeig de les Escombres”. El panorama de la plaza Catalunya mereció este bautizo: “Plaça dels Apis”, al tratarse de unas palmeras de poca altura y nada crecidas: ridículo.

Al cabo de un tiempo, para disimular el fiasco añadieron unos ciento cincuenta árboles variados, la mayoría plátanos. Fue en vano.

El fracaso de una plaza que había de ser relevante indujo entonces a encargar al arquitecto Josep Puig i Cadafalch, comprometi­do desde hacía años en el gobierno de la ciudad, un proyecto que renovara el espacio central.

La piedra y la construcci­ón le atraían más que la naturaleza. Publicó un libro sobre su propuesta, en el que solo mencionaba que habría arboles y flores. Distribuía en el centro una corona de parterres estrechos y curvados en los que concentrab­a la plantación de árboles de poca altura. Escogió una especie de hoja caduca, resistente y muy mediterrán­ea, la que Machado evocaba: “encinas, pardas encinas, humildad y fortaleza”. Sabía que daría buen resultado, pese a un subsuelo escaso en tierra y sabedor de que en el futuro aún tendría menos.

El golpe de Estado del espadón Primo de Rivera lo apartó de la presidenci­a de la Mancomunit­at y también de la plaza Catalunya. Le sucedió el arquitecto Francesc de P. Nebot, quien introdujo pocos cambios substancia­les y acabó dimitiendo.

La renovada plaza fue inaugurada en 1927.

Parc i Jardins ha comenzado su actuación en el perjudicad­o sector próximo a la calle Bergara. Se advierte una poda severa en algunos ejemplares, mientras que otros aún ostentan hojas secas en unas pocas ramas. Recibirán un control de plagas aquellos árboles que muestran una vitalidad muy baja. Al comenzar el otoño, momento propicio, se eliminarán siete ejemplares y serán plantados ocho. En los días de canícula acentuada, como la presente, se incrementa­rá el riego. El problema principal de la plaza es la escasa tierra del subsuelo y la omnipresen­cia del pavimento. Es una operación ya repetida en diversas ocasiones, y siempre ha resultado. Estas encinas, muy queridas, lo merecen.

El problema principal de la plaza Catalunya es la escasa tierra del subsuelo y la omnipresen­cia del pavimento

 ?? XAVIER CERVERA ?? Una de las encinas de la plaza Catalunya recién podadas por los técnicos de Parc i Jardins
XAVIER CERVERA Una de las encinas de la plaza Catalunya recién podadas por los técnicos de Parc i Jardins
 ?? XAVIER CERVERA ?? Josep Puig i Cadafalch fue quien decidió plantar encinas en la plaza
XAVIER CERVERA Josep Puig i Cadafalch fue quien decidió plantar encinas en la plaza
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