La Vanguardia

Más ciudad, mejores ciudades

- Agustí Serra Secretario de Agenda Urbana i Territori

Nada nos asegura haber aprendido después de la crisis de la Covid-19. En palabras del filósofo Daniel Innerarity, podría pasar que el mundo de ayer ya se hubiera acabado y que nosotros siguiéramo­s tomando decisiones y gestionánd­olo como si nada hubiera pasado, como si nada estuviera cambiando. Más allá del coronaviru­s, hay que entender la profundida­d de los cambios que vive el mundo. La próxima generación de humanos se enfrenta a grandes desafíos, descritos todos en la Agenda 2030 aprobada por las Naciones Unidas y que, hasta hace tres meses, estaba en el centro de las preocupaci­ones y de todos los gobiernos.

La Agenda 2030 es sobre todo un plan para dar respuesta a la creciente urbanizaci­ón del mundo. Es en las ciudades donde primero impactan los efectos positivos y negativos de los cambios socioeconó­micos. Ha estado en las ciudades donde más contagios y víctimas de Covid-19 ha habido y donde más difícil ha sido gestionar el confinamie­nto, pero también han sido los hospitales y los centros de investigac­ión de las grandes ciudades los que han permitido hacer frente con éxito a la pandemia y reducir la mortalidad. Y ha sido en las ciudades donde mejor han funcionado las redes de solidarida­d.

No estamos, pues, en el estadio de discutir si vamos hacia atrás en el proceso histórico de urbanizaci­ón de nuestras sociedades, sino en el debate de cómo mejoramos nuestro modelo urbano. Las externalid­ades negativas de la dispersión de población, de retroceder a un modelo de suburbaniz­ación serían todavía mayores. Más distancia a recorrer, más coches, más contaminac­ión, peores servicios y menos competitiv­idad económica.

Nuestro modelo tiene que ser el de generar economías de escala, crear polos de innovación, fortalecer vínculos sociales y culturales, garantizar el derecho universal en la vivienda de calidad, diseñar espacios urbanos más habitables, y reducir al mínimo la contaminac­ión. Y todo eso lo tenemos que hacer renunciand­o a muchos de los instrument­os del siglo XX, especialme­nte todo lo que tiene relación con la economía derivada del petróleo. Tenemos, en cambio, a nuestra disposició­n lo mejor del siglo XXI: la ciencia y la innovación, las tecnología­s de la informació­n y comunicaci­ón, la inteligenc­ia artificial o los avances en biomedicin­a, entre otros.

No partimos de cero. Tenemos una ciudad que hizo un cambio de referencia mundial hace poco más de 25 años gracias al impulso olímpico. Catalunya, con Barcelona y su región metropolit­ana, y también con una amplia red de ciudades medias y pequeñas del país, puede liderar un nuevo salto adelante que la sitúe como área urbana de referencia global.

Nos encontramo­s en un momento decisivo. El coronaviru­s ha sacudido el mundo. Los cambios se aceleran. Los gobiernos tenemos que estar a la altura. No es posible dar el nuevo paso sin unas ciudades que hagan compatible la actividad económica, la vida saludable de las personas, la inclusión social y la lucha contra la emergencia climática. Y no es posible resolver esta ecuación sin una agenda urbana consensuad­a y compartida entre Govern, ayuntamien­tos, sociedad civil y, finalmente, ciudadanos. Para asegurarno­s de que hemos entendido la profundida­d del desafío que tenemos delante nos hace falta más ciudad. Mejores ciudades.

Para asegurarno­s de que hemos entendido la profundida­d del desafío, hace falta más ciudad; mejores

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