Palabra de Corinna
El que tiene boca se equivoca”, reza un popular refrán que nos recuerda que, como dice el clásico, “errar es humano y perseverar en el error, diabólico”. Y los periodistas vamos tanto con el cántaro a la fuente que nuestro índice profesional de errores es remarcable. El más sonoro esta semana es el del periodista Eugenio Fuentes, del Faro de Vigo. El pasado miércoles elaboró una información, sobre el excomisario Villarejo y sus grabaciones a Corinna Larsen en relación con el Rey emérito, que salía ayer publicada en la edición en papel del rotativo gallego. El reportaje era muy serio. Pero en el despiece que le quedaba, el periodista decidió incluir una serie de supuestas frases de Corinna sobre Juan Carlos I que inducían a la risa. No podía ser de otra forma, porque procedían del diario satírico El Mundo Today, con presuntas perlas de la empresaria como “el elefante lo tuve que matar yo porque al señorito le daba miedo. Luego, para hacerse la foto le faltó tiempo”.
Eugenio Fuentes, que no tenía cuenta de Twitter, creó una ayer mismo en la que se disculpaba por el tremendo patinazo: “Hay días que sería mejor no levantarse. Anoche, tras rematar el trabajo sobre las cintas de Villarejo, decidí ilustrarlo en una pieza aparte con frases de Corinna. Con las prisas del cierre, no las contrasté y resultaron ser una humorada. Lamento profundamente este grave error”.
La admisión de culpa del periodista desató oleadas de opiniones a favor y en contra de su comportamiento profesional. Es fácil cometer una pifia en un mundo hiperconectado que premia más a las empresas periodísticas frente a la competencia por la inmediatez de la publicación que por la solidez de la información.
Fuentes confesó haber cometido un grave error de manual que hay que evitar siempre: no contrastar. El hecho de que muchos colegas lo defendieran públicamente no quiere decir que su fallo sea una norma en las redacciones. Los lectores no pueden llegar a imaginarse cuántas veces al día ponemos en cuestión informaciones que nos llegan y que, aunque al final comprobemos que son ciertas, podemos aguantar sin publicarlas durante horas si no existe una confirmación de confianza.
El periodista cometió también un segundo error del que apenas se habló ayer. No atribuyó las frases de Corinna a ninguna fuente, como si formaran parte de un sumario público. De haberlo hecho, probablemente se habría percatado de la falsedad de las declaraciones.
Que todos hayamos metido la pata, no quiere decir que sea justificable la forma en que actuó Fuentes, que se arrepentirá toda su vida por no haber dudado un poquito sobre la autenticidad de las supuestas frases de Corinna. Quizás el mal día que tuvo nuestro colega ayer nos sirva a todos como colectivo para recordar que dudar siempre es bueno. Lo peor de todo, es que las frases de Corinna, así puestas, no parecían ninguna broma.