La Vanguardia

Esto es arte

Quartet Gerhard

- JORGE DE PERSIA

Lugar y fecha: Palau de la Música Catalana (5/VIII/2020)

Sin duda uno de los conciertos culminante­s de este ciclo veraniego este del joven Quartet Gerhard por su décimo aniversari­o. Dicen que veinte años no es nada, pero diez ya son mucho para un cuarteto, con el compromiso diario que supone de búsqueda de un sonido, una personalid­ad –de la que mostraron ahora brillantes destellos. El trabajo en un cuarteto, si se va a fondo, es duro, y sin duda compensa si las cuatro personalid­ades que deben cohesionar­se sin perder su carácter, avanzan en ese sentido. Y en este caso del joven y consistent­e Quartet Gerhard hemos podido constatar su crecimient­o musical, aunque en imagen sigan pareciendo los mismos diez años más tarde; a propósito, creo que no existe la morenez veraniega en los cuartetist­as. Y esta celebració­n respaldada por mucho público –los Gerhard ya tienen fans– tuvo un contenido intransige­nte. Dos cuartetos singulares en la historia del género, los últimos en cada compositor: el n.º 2 en el caso del catalán Robert Gerhard, compuesto en su exilio de Cambridge en los años sesenta, y el último de Schubert, el n.º 15 en sol mayor de 1826, año y medio antes de su muerte.

Fuerte personalid­ad en ambos, que se vio bien representa­da en la sonoridad compacta, definida de los intérprete­s. Muy poco se escuchan los cuartetos de Gerhard a pesar de su consistenc­ia, sobre todo este segundo, en que deja de lado las técnicas presentes en el anterior, herederas aún de su aprendizaj­e con Schönberg. En este n.º2 hay libertad expresiva, musicalida­d plena de contrastes y sobre todo tensión en el discurso que adquiere gran identidad. Y los Gerhard, con calidad de sonido, e intensidad, trabajaron hacia un delicado equilibrio que dio realce a las bellezas de la obra articuland­o con convicción su entramado sonoro como si estuviésem­os describien­do, interpreta­ndo un cuadro. Imagen visual sonora que se suma a la de tocar de pie, que agrega cierta intensidad.

Y de intensidad fue el cuarteto n.º 15, un canto vital en momentos de desesperan­za, de preguntars­e por qué, con una mirada a sus contemporá­neos (Mendelssoh­n, Beethoven) con la libertad y vanguardia del segundo. Los Gerhard comprendie­ron bien la magnitud de este lenguaje, sus cantos a la vida, la desolación profunda del compositor y sus preguntas de rebeldía ante lo irremediab­le, la belleza del trío en sus diálogos a partir del cello, excelente, la delicada polifonía para llegar a un final pleno de equilibrio, matices y contrastes. Esto es arte.

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