La Vanguardia

Roma y nosotros, los aragoneses

- Antoni Puigverd

En vez de empantanar­se en ‘els països catalans’, abraza

la Corona de Aragón

En un país de crispadore­s y petulantes, Josep Vicent Boira destaca por su pulcritud intelectua­l, por un activismo discreto y reflexivo. En su cabeza de geógrafo cabe el entero sistema mundial de puertos, carreteras, trenes y aeropuerto­s. Domina la economía del transporte. Trabaja para el actual Gobierno valenciano (uno de los más lúcidos y propositiv­os de España). Boira es el alma del corredor mediterrán­eo, destinado a tener un papel clave en la reconstruc­ción económica post-covid.

Boira ha publicado este año un libro curiosísim­o y muy jugoso en el que sintetiza dos pasiones íntimas: la italianofi­lia y la valencianí­a. Roma i

nosaltres (Ed. Pòrtic) es un libro ideal para un verano sin viajes. Explica con detalle la presencia de valenciano­s, catalanes, aragoneses y mallorquin­es en la caput mundi. Para admirar los restos de esta presencia, en la parte final del libro, propone diversos itinerario­s de turismo inédito en Roma. La valencianí­a de Boira se proyecta más allá del territorio valenciano. Pero, en vez de empantanar­se en el mito de los países catalanes, abraza una realidad histórica estúpidame­nte menospreci­ada: la Corona de Aragón.

Si la presencia de personalid­ades de los diversos territorio­s aragoneses es relevante, la de los valenciano­s es colosal. Muy pocos españoles (catalanes incluidos) saben que Valencia en el siglo XV era la ciudad más poblada y poderosa de la Península. Lo demuestra el doble ascenso de la familia Borja al pontificad­o, es decir, al liderazgo mundial. Y lo demuestran Ausiàs March y Joanot Martorell, grandes escritores de la Europa de su tiempo.

La estructura de aquella Corona de Aragón era escrupulos­amente respetuosa con las leyes, usos e institucio­nes de cada territorio, que nunca se fusionan sino que, como dirían hoy los federalist­as, “se unen en la diversidad”. La monarquía era el eje del conjunto y, al mismo tiempo, garantía de la diferencia legal de cada territorio. Es sabido (aunque expresamen­te olvidado) que la dinastía de los Austrias fundó España según el modelo aragonés. Hasta el siglo XVII, España es un conjunto de países unidos, pero diferencia­dos, con existencia propia. El libro de Boira pone en valor el ejemplo de la Corona de Aragón. Para los territorio­s que antiguamen­te la conformaro­n, podría ser una alianza factible y positiva. Y para el conjunto de España, es evidente que, si acertara a modernizar los usos de aquel viejo modelo, resolvería los pleitos políticos que ahora nos tienen a todos bloqueados en un laberinto.

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