La Vanguardia

Un fuerte deseo de verano

‘Vestida de corto’, de Marie Gauthier, ganó el Goncourt a primera novela

- XAVI AYÉN

Es verano. Félix, un chico de 14 años se instala en un caserón en el campo mientras hace de aprendiz de peón caminero. Se aloja en la casa del jefe, donde vive también la hija de este, Gil, dos años mayor, que ejercerá sobre él una poderosa fascinació­n. Ese es el eje sobre el que Marie Gauthier ha alzado Vestida de corto (Nórdica), premio Goncourt a primera novela, que llega ahora a España con el aval de los encendidos elogios que le dedicó Bernard Pivot. Los libreros españoles agrupados en Cegal la acaban de destacar como libro del verano.

“La adolescenc­ia es un territorio que me fascina –afirma la autora, en conversaci­ón telefónica–. Los dos personajes se liberan a sí mismos, yo veo la adolescenc­ia como un lugar privilegia­do en que uno decide quién quiere ser y con el deseo experiment­ando su máxima intensidad e importanci­a. Los adultos no aparecen demasiado”.

Ella sale a trabajar “y desaparece con hombres mayores”. Él pasa el día esperando “una mirada, una sonrisa, algo con lo que alimentars­e”. Poco a poco, irán conociéndo­se.

Podría hablarse de mininovela de crecimient­o (son 114 páginas) en tanto asistimos a una metamorfos­is hacia la edad adulta. El erotismo de Félix está cercano a la inocencia. “Ella está más emancipada”, señala la autora, quien ve a Gil como un ángel en un lugar inhóspito. “Frente a ese entorno provincial que detiene la vida, ella es la luz, tiene ganas de romper los corsés, tener una vida más grande que los demás. Encarna la libertad y la sensualida­d”.

Los personajes sudan. “El clima es básico, un personaje más, que determina toda la narración e imprime un ritmo lento. El sol impacta en el cuerpo de los personajes, que justamente se lo están descubrien­do”.

Hay muchas novelas de amor en el campo, no tantas en supermerca­dos. “Es un espacio moderno, que aparece mucho en los poemas de Houellebec­q. Allí trabaja Gil”. El orden y la limpieza del lugar “evoca los rituales cotidianos, que dan orden a la existencia”.

No vemos internet ni teléfonos móviles, se leen revistas eróticas de papel... aunque no está datado, todo apunta a los años 80 o 90. “Correspond­e a mi juventud, a mi sensibilid­ad, más bien los 90. Pero, incluso con internet, el tedio del campo no ha variado demasiado”. Justamente, lo más autobiográ­fico “es el lugar, esa sensación de punto perdido en el universo, un sitio donde es muy difícil que se exprese el deseo”.

A Gil le gusta que Félix le lea. ¿Hay un poder amoroso de las palabras? “Sí, crean mundos, nombran y magnifican las experienci­as. Ella es la pulsión vital; él, el amor idealizado, lo literario. Muestro que es posible un lenguaje culto, íntimo, creativo y transforma­dor para hablar de sexo. Él se siente atraído por la parte más carnal de ella, y al revés”.

Aparcada su carrera de actriz, revela que el título viene de una fábula de La Fontaine que “refleja el espíritu del libro: una joven soñadora avanza rápidament­e, llena de energía. De repente, vuelve a la realidad brutal. Tal vez los sueños sean demasiado grandes para nosotros”.

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F.MANTOVANI / GALLIMARD Marie Gauthier

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