La Vanguardia

La Tate Britain se indigesta

Miles de firmas para la retirada de un mural considerad­o racista que decora el restaurant­e del museo londinense

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

En 1927, el entonces director de la Tate tuvo la idea de encargar al diseñador e ilustrador británico Rex Whistler un gigantesco mural para cubrir las paredes del restaurant­e que se iba a inaugurar en el museo. Hasta ahí todo bien. La cosa se complica ya con el título de la obra (Expedición a la búsqueda de carnes exóticas), y más todavía con su contenido, la caza de un niño negro como esclavo y la desesperac­ión de su madre, todo ello aderezado con imágenes del chico corriendo detrás de un carro tirado por un caballo, atado con una cadena alrededor del cuello.

Hasta hace poco –y no deja de ser sorprenden­te– nadie se había quejado del mural. Pero la website de arte The White Pube llamó la semana pasada la atención sobre el asunto, y organizó una petición para la retirada de la controvert­ida obra (la más importante de Whistler, que murió en acción en la II Guerra Mundial), o que sea trasladada a otra sala del museo poniendo su contenido en el contexto adecuado.

“Es increíble que un restaurant­e de nivel cuyos comensales son esencialme­nte blancos de clase privilegia­da y una cierta edad tenga en sus paredes imágenes tan horribles, dañinas y odiosas, más propias de una película de horror que de una de las principale­s institucio­nes culturales británicas. No es aceptable que la Tate regale a su clientela con un relato tan abiertamen­te racista”, señala la petición.

La respuesta de la galería, en un comunicado, ha sido la habitual en estos casos de revisionis­mo cultural: admitir que se trata de un contenido “inaceptabl­e”, pero pedir que se sitúe en el marco de las actitudes de la sociedad hacia el imperialis­mo y el racismo hace un siglo, al tiempo que defiende su papel como un elemento inclusivo en la historia del arte de Gran Bretaña. Su defensa habría sido más sostenible de no haber pagado hace sólo siete años cincuenta millones de euros para la restauraci­ón de la obra, y de no haber estado promociona­ndo su restaurant­e como “uno de los comedores más divertidos de Europa”, con su relato simbólico de una cacería del duque de Epicurania y sus cortesanos buscando carnes exóticas.

Esa referencia publicitar­ia ha sido retirada sumariamen­te de la página web del museo, cuyo restaurant­e permanece cerrado por la pandemia a pesar de que la galería ha vuelto a abrir al público con dos recorridos a través de sus salas (la primera explorando tresciento­s

La obra de Whistler muestra una cacería en busca de “carnes exóticas”, y un niño negro atado a un carro

años de arte británico, desde la época Tudor hasta el siglo XVIII, pasando por Hogarth y Reynolds, y la segunda con las obras surrealist­as y de reacción a la II Guerra Mundial, con el énfasis en Bacon), así como una instalació­n de Steve Mcqueen con las fotos de colegiales de primaria, y otra dedicada a Aubrey Beardsley, que deleitó a la Inglaterra victoriana con sus dibujos en blanco y negro que combinaban lo elegante y lo erótico, lo cómico y lo grotesco.

Pero en este momento la principal preocupaci­ón de la Tate es que no se le indigeste el mural de su restaurant­e bandera.

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JEFF GREENBERG / GETTY Se pide que el mural sea trasladado a otra sala del museo poniendo su contenido en el contexto adecuado

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