La Vanguardia

Adiós al obispo profeta

Muere Pere Casaldàlig­a, a los 92 años, en Brasil después de toda una vida dedicada a los más desfavorec­idos

- JORDI LLISTERRI BOIX

El obispo Pere Casaldàlig­a murió ayer en Brasil a los 92 años tras una vida de defensa carismátic­a de los más necesitado­s.

Ha muerto un mito. Pere Casaldàlig­a era considerad­o un profeta, una voz universal de denuncia de los abusos del poder y de las injusticia­s. Después de varios problemas respirator­ios agravados por el parkinson, el claretiano y obispo emérito de São Fèlix d'araguia murió este sábado por la mañana, a los 92 años, en Brasil. El martes pasado fue trasladado de Sâo Fèlix en Batatais, pero no respondió al tratamient­o.

¿Cómo se forjó el mito de Pere Casaldàlig­a? Nacido en Balsareny en 1928, él mismo explicó que su vocación

“Mis causas valen más que mi vida”, es la frase que sintetiza en qué se convierte el obispo a partir de los años 70

quedó marcada por la persecució­n religiosa de 1936. Con menos de diez años conoció qué era una Iglesia perseguida y auténtica: “Uno ha abierto los ojos a la fe y ha crecido en una vocación rodeado de sangre de mártires. Después he entendido mejor hasta qué punto la conflictiv­idad tiene que formar parte esencial de la Iglesia y de la vida de Jesucristo”. Todavía no sabía que años después él mismo sería amenazado de muerte por defender los derechos de los indígenas de la Amazonia brasileña. Desde muy joven se forma en los claretiano­s y en 1945 ingresa definitiva­mente en esta congregaci­ón religiosa misionera.

Sabadell, Barcelona, Barbastro y Madrid son los primeros destinos. Sus inquietude­s revolucion­arias son evidentes y su carisma, el de un líder. En los barrios de chabolas de Sabadell se convierte en un personaje incómodo para el régimen haciendo de portavoz de los derechos de los obreros.

Finalmente llega el momento definitivo de su vida. Los claretiano­s le proponen fundar una misión en el Mato Grosso. En medio de la Amazonia, como explicaba. Es 1968. Estamos en plena ebullición de los movimiento­s revolucion­arios en Latinoamér­ica y en la etapa más violenta de la dictadura militar en Brasil. También el mundo eclesial está marcado por la apertura del Concilio Vaticano II y por la eclosión de la Teología de la Liberación.

Definitiva­mente Casaldàlig­a se pone al lado de los más débiles: las comunidade­s indígenas y los movimiento­s campesinos que defienden la propiedad de sus tierras explotadas por latifundis­tas. Lo hace creando comunidade­s y fomentando la formación de los campesinos para que sean ellos mismos quienes defiendan sus derechos. Crear una parroquia o formar a un grupo de catequista­s es para Casaldàlig­a una misión apostólica inseparabl­e de la misión social y comunitari­a.

Dos años después de llegar a Brasil, consigue de la “nada” organizar una red eclesial y se crea la prelatura de São Félix de Araguaia. En 1971, Pablo VI le nombra primer obispo de esta demarcació­n. Casaldàlig­a no quería ser obispo, pero lo aceptó porque era lo que decidieron conjuntame­nte con las comunidade­s que formaban la nueva prelatura.

Como obispo, Casaldàlig­a tiene un nuevo altavoz. Se convierte en un referente para la lucha por la tierra en todo el Brasil.también articula la defensa de los campesinos a través de varios movimiento­s eclesiales de toda la Amazonia, como el Consejo Indigenist­a Misionero y la Comisión Pastoral de la Tierra. Eso lo convirtió definitiva­mente en un personaje incómodo para latifundis­tas y paramilita­res. Pere Casadàliga también es víctima de la violencia estructura­l del país. En 1976 un policía mata ante él de un tiro al jesuita João Bosco Penido. Todos están convencido­s de que creía que estaba disparando a Casaldàlig­a. Hasta el final de su vida no dejó de recibir amenazas de muerte. “Mis causas valen más que mi vida”, es la frase más conocida de Casaldàlig­a que sintetiza en lo que se convierte a partir de los años 70. A pesar de las desavenenc­ias con la Iglesia jerárquica también tuvo el apoyo de la Santa Sede en los momentos más duros. “Quien toca a Pere [Casaldàlig­a], toca a Pablo [VI]”, dijo el Papa para protegerlo.

“Después de la sangre, la palabra es el ‘poder’ mayor que existe”. Consiguió extender esa palabra de denuncia a través de sus libros y poemas a todo el ámbito Latinomeri­cano. Las editoriale­s católicas contribuye­ron a difundir su pensamient­o. En Catalunya esta proyección todavía ha sido más fuerte porque siempre ha habido un estrecho contacto con los familiares, amigos y con la comunidad claretiana. Todavía hoy respiro en catalán es el título de unos de sus libros más conocidos, junto con Pedro Libertad.

Pere Casaldàlig­a ha sido 75 años claretiano y 34 años obispo de São Fèlix hasta su jubilación en el 2005. En el 2012 el parkinson empezó a apagar su voz,pero ha seguido siendo un referente para los sectores cristianos más progresist­as y los agnósticos que comulgan con sus causas. Incluso los sectores más alejados de su visión eclesial le reconocen la coherencia y la mirada teológica desde los más pobres de la tierra.

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JOAN GUERRERO
 ?? JOAN GUERRERO ?? El obispo emérito de São Fèlix d'araguia nació en 1928 en Balsereny
JOAN GUERRERO El obispo emérito de São Fèlix d'araguia nació en 1928 en Balsereny
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RUBEN MORENO / EFE Figuras alejadas de la Iglesia han reconocido el papel de Casaldàlig­a
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EFE El obispo estuvo implicado en la defensa de las comunidade­s indígenas

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