La Vanguardia

Los otros personajes del frente suizo

La historia de los fondos del rey Juan Carlos I tiene una serie de tentáculos clave para entender lo ocurrido

- CARLOTA GUINDAL Madrid

La trama suiza que salpica al rey emérito Juan Carlos I no se puede entender sin una serie de personajes a priori más secundario­s pero esenciales para comprender qué ha ocurrido. De sus testimonio­s también va a depender parte del futuro judicial del monarca. Sus nombres salieron a la luz en la primera grabación hecha pública de la conversaci­ón de la empresaria alemana Corinna Larsen con el excomisari­o encarcelad­o José Manuel Villarejo, en la que ella aseguraba ser testaferro del rey. En aquella presunta operación para ocultar fondos del entonces

jefe de Estado, habrían participad­o una serie de personas. Ahora un fiscal suizo, Yves Bertossa, analiza la verosimili­tud de estas afirmacion­es y las posibles implicacio­nes penales de cada uno de ellos. Para empezar, Larsen ya rectificó aquellas palabras y negó haber ocultado fondos de Juan Carlos I. De hecho, un movimiento de dinero de la cuenta de una fundación vinculada al emérito lo justifica como un regalo del monarca, a quien unía una amistad.

Los nombres que salieron a la palestra fueron Arturo Fasana, conocido gestor de cuentas en Suiza, que habría abierto una para el emérito para poder canalizar un regalo de 65 millones de euros que le iba a entregar el rey de Arabia Saudí. Para hacer esta operación

habría necesitado a su abogado de confianza, Dante Canonica, responsabl­e de la creación de sociedades titulares de las cuentas. Y la tercera persona en cuestión es un primo del rey emérito, Álvaro de Orleans, residente en Mónaco y titular de la Fundación Zagatka, a través de la cual se habrían pagado a Juan Carlos I vuelos privados por valor de tres millones de euros.

Todos ellos están o han estado en la lupa de Bertossa, que quiere averiguar si existió alrededor del anterior jefe del Estado español una trama de blanqueo de capitales para ocultar fondos de origen ilícito. Por ahora todos han defendido la legalidad de las operacione­s. Orleans ha negado las acusacione­s de haber actuado como

testaferro del padre de Felipe VI, a quien le ha unido una relación de amistad. Aparte de la primera afirmación de Larsen en aquella grabación, cuando sostuvo que aquel dinero ingresado en una cuenta en Suiza tenía como origen unas comisiones pagadas por empresario­s españoles para que Juan Carlos I intervinie­ra en la adjudicaci­ón del AVE a La Meca, esta tesis no ha vuelto a ser sostenida en sus declaracio­nes. Por ahora, la versión ofrecida es que ese dinero se trataba de un regalo.

Tanto el fiscal suizo como la Fiscalía española, que también investiga el caso, deben encontrar el origen delictivo del dinero para poder acusar a alguno de estos intervinie­ntes en un delito de blanqueo de capitales. Las fichas están en el tablero y es crucial los pasos que se den. Uno de los que tienen la llave es Fasana, el hombre que gestionó la apertura de la cuenta en Suiza. Él ya relató al fiscal Bertossa que el dinero entregado a Juan Carlos I era un regalo. Sin embargo, según publicó El Español, dejó caer que desconocía si este dinero había sido declarado ante la hacienda española, decisión que, por otro lado, a él no le incumbe.

Fasana estuvo imputado en el caso Gürtel en el 2009 por gestionar las cuentas del líder de la trama, Francisco Correa, aunque logró el archivo de la causa por colaborar con la justicia española para recuperar los fondos escondidos. Los argumentos que utilizó entonces, y que aparecen recogidos en un escrito al que ha tenido acceso La Vanguardia, dejan entrever cuál puede ser ahora su línea de defensa. “Los gestores de patrimonio, por la propia naturaleza de su profesión, manejan fondos ajenos que, en función del tipo de contrato que tengan suscrito con sus clientes, pueden llevarles a decidir, de manera discrecion­al, sobre la forma de gestión de los fondos que se les encomienda o bien obligarles a seguir los mandatos específico­s de los clientes”, alegaba entonces.

Su argumento es que un gestor no tiene por qué conocer que uno de sus clientes esté intentando blanquear fondos. Los gestores tienen mecanismos para averiguarl­o, pero no siempre son eficaces. “Ninguna persona, ninguna actividad humana, está exenta de crear un riesgo, lo que no necesariam­ente comporta que ello sea socialment­e intolerabl­e. Así, el piloto que hace despegar un avión, crea el riesgo de que el avión se estrelle, riesgo socialment­e asumido y, por lo tanto, permitido. En tales casos no puede haber imputación objetiva del resultado”, explicaba entonces para lograr el archivo en la trama de corrupción.

Fasana alegó en el caso Gürtel que “nadie está exento de crear un riesgo, pero no tiene por qué ser intolerabl­e”

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