La Vanguardia

La terminal que ya no huele a crema solar

- SARA SANS

Algo más de media docena de pasajeros están listos para subirse al avión con destino a Cork. Hace un momento, unos quince han embarcado rumbo a Birmingham. Seis facturan para irse a Dublín. El premio al vuelo más concurrido del primer miércoles de agosto es para el que llega de Manchester, con medio centenar de turistas. Apenas cien personas han viajado hoy desde el aeropuerto de Reus. Menos de cien. Hace un año, en un solo día el aeródromo llegó a operar 62 vuelos con 12.000 asientos programado­s.

Las instalacio­nes no huelen a crema solar, como era habitual todos los veranos, época en la que el aeropuerto de Reus concentra su actividad. Ahora huele a desinfecta­nte. El ambiente bullicioso de los turistas tostados por el sol de Salou que regresaban a casa y el griterío de las familias pálidas pero exultantes recién llegadas y ávidas de playa y piscina se ha convertido en silencio. Tanto, que la voz metálica de megafonía que repite una y otra vez las normas de higiene y distancias sanitarias retumba en la sala.

Tampoco hay autocares aparcados frente a las terminales. Los taxis llegan en cuentagota­s. “Nos han dicho que no hacía falta venir con mucho tiempo de antelación, que no habría colas... ¡Y no hay casi nadie!”, dice una pareja de Dublín que ha ve

nido con sus nietas a pasar unos días en la Costa Daurada: “Hemos estado increíblem­ente bien pero da pena ver hoteles cerrados y tan poca gente en los que están abiertos...”, lamentan. El aeropuerto es también un fidedigno termómetro de la ocupación hotelera.

Solo abre una cafetería. El resto, máquinas expendedor­as. En el suelo, marcas de distancia. En las butacas, cintas para evitar que la gente se siente junta... En total están operando 13 rutas (la mitad que el año pasado). Aena no facilita los datos de ocupación de los aviones, la mayoría de Ryanair, Tuifly Belgium e Easyjet pero la estadístic­a retrata la cruda realidad: hasta junio, Reus había registrado 6.734 pasajeros, un 98,3% menos que durante los seis primeros meses del 2019.

Tras el parón total de las instalacio­nes, durante los días álgidos de confinamie­nto, la primera actividad que se reanudó en el aeropuerto fueron las obras en la parte posterior del edificio. El objetivo era tener lista la nueva terminal al comenzar la temporada de verano, que a efectos turísticos tenía que arrancar el 29 de marzo. Las obras se reanudaron pero no así los vuelos, que en abril siguieron todos suspendido­s y que ahora, en los días álgidos, apenas son media docena.

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Unos abuelos con sus nietas inician el viaje rumbo a Dublín
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XAVI JURIO

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