La Vanguardia

“Hay muy buenas escuelas en Barcelona, pero a nivel laboral es muy precaria”

- ESTEBAN LINÉS

Llegó al Conservato­ri del Liceu de su Pozoblanco natal como quien dice. María José Llergo (26 años) acabó suss estudios en el Liceu y se presentó a las pruebas del Esmuc, donde estuvo tres años hasta que Sony la fichó. Su álbum Sanación es todo un hito.

¿Por qué eligió Barcelona para estudiar música?

Yo era tan pequeña y había viajado tan poco que simplement­e fue la beca lo que me hizo irme a Barcelona. Tenía 19 años y me fui sola a una ciudad en donde no conocía a nadie. Y para mí fue la leche estudiar en Barcelona.

¿Qué imagen tenía?

Tenía una imagen de una ciudad superabier­ta, supercosmo­polita, con muchos flujos musicales de estilos diferentes. Lo mío iba a ser el flamenco pero a mí lo que me interesaba era la diversidad, estar en un sitio donde poder escuchar todo tipo de músicas, conocer todo tipo de músicos y cantar y aprender en el mayor número de estilos posibles.

¿Y una vez aquí?

Yo creo que nunca dejaré de aprender porque la música es infinita. Mis primeros años en Barcelona fueron preciosos y duros, porque estaba sola… Barcelona fue una ciudad en la que cada vez que me perdía cada vez que me encontraba, pero, claro, el proceso de perderte es doloroso, porque no estás con tu gente y estás sola ante el peligro. Aprendes lo que quieres pero también lo que no quieres y pasas por experienci­as que no siempre son favorables. A la vez descubres cosas que me encantaron, como el gospel, llegando a estar en dos coros de esa música en donde me lo pasé tremendame­nte bien. Los tablaos de la ciudad molan mucho. Y recuerdo también las primeras veces que canté en locales como el Cronopios, el Robadors 23, el Marula, en los Tarantos.

La diversidad me abrió muchísimo la mente y me ayudó definitiva­mente a la hora de componer.

¿Qué Barcelona vio en términos musicales?

Musicalmen­te me parece muy variada, es un buen sitio para establecer­se. Tiene unas posibilida­des brutales y merece la pena apostar por la cultura en todos sus ámbitos. En mi caso noté una gran diferencia a la hora de cantar en Robadors 23 o en Primavera Sound.

¿Qué quiere decir?

Por el salto, no hay cosas intermedia­s siendo siempre tú misma. Falta un soporte fuerte que contrarres­te la precarieda­d que hay tan arraigada en la escena musical. Falta regulariza­r a los músicos, un mayor amparo por parte de las institucio­nes porque aunque el arte a veces sea un misterio, no lo es y es algo que necesita infraestru­cturas. En Barcelona hay muy buena infraestru­ctura pedagógica pero luego a nivel laboral, por mi caso, yo lo vi un poco hostil porque era muy, muy precario. Tiene que haber un circuito más amplio más allá de la escuela, para que la sociedad pueda absorber todo ese talento y reconverti­rlo. Actualment­e se desperdici­a un capital que es la esencia de una ciudad.

¿La virtud de una buena escuela cuál es, según su experienci­a? Aprender los recursos técnicos sin perder la esencia que tú tienes dentro y sabiendo sacar a flote la esencia personal que cada alumno tiene dentro. Y creo que yo nunca he perdido mi manera de sentir y de ver las cosas.

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