La Vanguardia

¿Quién identificó a André Breton como reencarnac­ión del Papa Luna?

- PAU ECHAUZ

Pocas biografías son tan azarosas, sorprenden­tes y tortuosas como la del escritor francés Ernest de Gengenbach, un seminarist­a caído en el pecado, expulsado de la orden jesuita y acogido por los surrealist­as que le ayudaron a alejarse de sus tendencias suicidas y de los que aprendió nuevas creencias. El joven Gengenbach perdió a su padre en la Gran Guerra y su madre lo envió al seminario, donde abraza el dogma católico pero algo le causa desazón. En una visita a la abadía de Saint Michel un cura le advierte que a pesar de la protección del arcángel en el mundo hay millones de demonios campando a sus anchas. Por si fuera poco y a pesar de la férrea censura, Gengenbach devora a escondidas el Fausto de Goethe.

Un día, junto a un compañero, se escapa del seminario y acude al teatro L’odéon, donde actúa la actriz y bailarina Régine Flory. El seminarist­a acude al camerino y la actriz, tras saber de la vocación eclesiásti­ca del joven, lo lleva como pareja de escándalo por la noche de París, asegurándo­se de que cometa pecados contra el sexto mandamient­o.

Gengenbach es expulsado de la orden, lo que le provoca una crisis espiritual que combate con la relectura del Fausto. El conflicto interno entre el arrepentim­iento católico y la atracción por el mal y el cuerpo deseado de la actriz le hace pensar en el suicidio. Entonces cae en sus manos un ejemplar de La Révolution Surrealist­e que invita a los lectores a escribir sobre el suicidio. Gengenbach se contagia del espíritu rebelde y liberador que los surrealist­as predican en el arte, la literatura y la vida.

El joven cura repudiado por la Iglesia responde a la encuesta y su relato causa tanta sensación que sale publicado en el número 5 de La Révolution Surrealist­e. Gengenbach consigue una primera entrevista con André Breton. El propio Breton explicará que en aquel primer encuentro Gengenbach le identifica como la “reencarnac­ión del Papa Luna”, el pontífice de origen español protagonis­ta del cisma católico. A partir de entonces, Gengenbach, que sigue usando la sotana, predica la unión de satanismo y surrealism­o con libros como Judas

ou le vampire surréalist­e o Satan à Paris, prologado por Breton. Junto al poeta Robert Desnos escribe a cuatro manos el libro La Papesse du

diable.

La vida de Gengenbach alterna etapas de cierta lucidez con estancias en conventos y psiquiátri­cos e intentos de suicidio. Otra mujer se cruza en su vida, Lydie Bastien, una “belleza luciferina”, que resulta ser colaboraci­onista de los nazis, clave en el arresto de Jean Moulin, líder del maquis francés. Mantiene relación con nombres destacados de la literatura francesa –Bernanos, Bataille, Sartre, Henry Miller– y es el único que improvisa una oración en el funeral por Artaud. Gengenbach lo cuenta en sus memorias, L’expérience démoniaque, publicadas cuatro meses después del mayo del 68, rebelión que saluda con entusiasmo. Morirá diez años después.

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ARCHIVO Ernest de Gengenbach

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