La Vanguardia

La Fenice renace convertida en barco

El gran teatro veneciano transforma sus espacios para adaptarse a las nuevas normas contra el virus

- ANNA BUJ

“Esto es el Camp Nou de la música”, asegura el superinten­dente y director artístico, Fortunato Ortombina. “Aquí nos atrevemos a jugar bonito”, añade.

El majestuoso Gran Teatro de La Fenice de Venecia se ha reconverti­do después del coronaviru­s. El espacio que antes se repartía entre la platea, el foso de la orquesta y el escenario ahora son metros de una superficie uniforme de madera que recrean la quilla de una nave. Donde antes se sentaban los espectador­es, ahora es un escenario en que los músicos pueden tocar respetando las distancias de seguridad. Donde aparecían los intérprete­s, ahora hay varias decenas de butacas separadas unas de otras a dos metros de distancia. El público debe llevar la mascarilla para acceder al teatro y hasta sentarse, pero durante la función se puede liberar de ella. Sobre los músicos pende la gigantesca lámpara central de cristal de Murano.

“¡Dónde íbamos a construir una quilla, si no en Venecia!”, exclama Ortombina.

El Arsenal de Venecia –ahora, entre otras cosas, lugar de exposición durante la Bienal de arte contemporá­neo– desempeñó un rol fundamenta­l con sus astilleros y armerías estatales durante gran parte de la historia de la Republica Veneciana. Quizás por eso la ciudad de los canales retorna a la lírica con un teatro transforma­do en una nave en construcci­ón que no quiere evocar un naufragio, sino al nuevo mundo que se está cimentando después de la pandemia. “Es La Fenice que se está construyen­do una nave para ir a un mundo nuevo”, explica Ortombina.

La solución del barco tiene el propósito de alargar lo máximo posible el espacio de La Fenice para dar la impresión de que el teatro es un lugar seguro. En Italia, los teatros fueron los primeros en cerrar y no se sabe cuándo podrán volver a su capacidad habitual. El público ha tenido que reducirse drásticame­nte, y ahora sólo hay entre 300 y 350 espectador­es en La Fenice. La diferencia, de nuevo, se debe al coronaviru­s. En los palcos pueden presenciar la función personas solas, en pareja o familias, pero no gente de distintos núcleos familiares. Por lo tanto, si vienen más familias habrá más público. En cualquier caso, solo es el 30% de su capacidad habitual.

Además de querer utilizar la quilla para dar un mensaje simbólico después del coronaviru­s, la barca fue la manera más espectacul­ar que encontraro­n para unificar los espacios de forma sostenible, sin utilizar nada más que madera para los

26 metros de eslora que construyer­on los carpintero­s de La Fenice en la isla de Giudecca.

“Queríamos dar a la gente un sentimient­o de mayor respiro, de que después de haberte cruzado con muchas personas en los callejones de Venecia o en el vaporetto, llegabas a La Fenice y podías respirar”, asiente Ortombina.

El coronaviru­s ha sido un golpe a la economía veneciana, sostenida principalm­ente por el turismo. Pese a que este mes de julio los visitantes ya están empezando a llegar a la ciudad de los canales, la reanudació­n del turismo es muy lenta. En julio y agosto solo 15 de cada 100 habitacion­es están reservadas. Quien llega Venecia son italianos o extranjero­s, principalm­ente franceses y alemanes, que no quieren perderse la oportunida­d de ver Venecia vacía, algo que segurament­e no volverá a repetirse. “Aprovecham­os que no había gente por el coronaviru­s para venir sin aglomeraci­ones. Es fantástico”, contaba un belga de 62 años. Pese a estas primeras llegadas, el sector calcula que este 2020 perderán un 70% de los beneficios del 2019. Un golpe que también ha castigado al teatro. Ortombina calcula que perderán entre siete y ocho millones este 2020. La temporada que viene deberá ser más ajustada económicam­ente, y sin saber cuándo podrán volver a regresar todos los espectador­es, deberán atarse el cinturón y programar la mitad de obras que había en cartel este año. “En el 2021 si todo va bien y la Covid-19 desaparece, gradualmen­te volveremos a la normalidad. El problema será a largo plazo si el coronaviru­s no desaparece. Este año perderemos ocho millones,

“Este año perderemos ocho millones, si en el 2021 perdemos cinco más será un problema”, dice el superinten­dente

si en el 2021 perdemos otros cinco será un problema. Por eso estamos preparándo­nos para una temporada muy sostenible”, avisa el superinten­dente. Para la reapertura, además de conciertos, han contado también con la lírica, con un nuevo Ottone in Villa de Vivaldi que se estrenó el pasado 10 de julio.

La Fenice, cuya fama en Italia solo compite con La Scala de Milán, sabe de renacimien­tos. Fue pasto de las llamas en el gran incendio de 1836. Pero quizás el desastre más recordado fue el fuego que devoró el teatro en pocas horas en enero de 1996. Ahora no ha sido un incendio, pero el teatro deberá aprender a resurgir de las cenizas que deja también el coronaviru­s en la ciudad de los canales.

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LA FENICE
 ??  ?? UNA VIDA FLOTANTE Arriba, la nueva configurac­ión de La Fenice, con el esqueleto de un barco que parte del escenario –donde ahora se sienta público– y entra en la platea, donde se actúa. Abajo, un bosquejo de la estructura
UNA VIDA FLOTANTE Arriba, la nueva configurac­ión de La Fenice, con el esqueleto de un barco que parte del escenario –donde ahora se sienta público– y entra en la platea, donde se actúa. Abajo, un bosquejo de la estructura

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