La Vanguardia

El verdadero ‘momentum’ de Torra

- @igpagan / igarcia@lavanguard­ia.es Isabel Garcia Pagan

Torra está deseando convocar elecciones”. Es la única afirmación que concita la unanimidad de Jxcat y ERC. Esa, y el convencimi­ento común de que si los republican­os asumen que no pueden controlar la variable del calendario, el partido de Carles Puigdemont tampoco lo tiene mucho más claro. Tras incumplir los planes previstos por culpa del coronaviru­s, el presidente de la Generalita­t insiste ante quien quiera escucharlo que su decisión “está tomada” e incluso se han planteado diferentes maneras de comunicar la fecha de la cita con las urnas: Una comparecen­cia en Palau, o ¿por qué no una entrevista institucio­nal en el prime time de TV3?. Sus condicione­s para firmar el decreto de convocator­ia pasaban inicialmen­te por el control de los rebrotes de las últimas semanas en Catalunya –algo que para ERC como gestor de la Conselleri­a de Salut ya se habría logrado–, pero la semana pasada añadió una referencia a “la dignidad de la presidenci­a”. El president comparte con los republican­os que no se puede dejar que sea el Tribunal Supremo quien convoque las elecciones. Eso sería preservar la dignidad de su presidenci­a. A partir de esa constataci­ón, las estrategia­s se bifurcan. Mientras Pere Aragonès ,en su microcampa­ña particular, tiene prisa, para los posconverg­entes, más digno sería no acatar la sentencia del Supremo o convocar a las urnas después de que la sala que preside Manuel Marchena haya celebrado la vista de revisión de la condena del president por desobedien­cia.

El momentum de Torra no será ya dar pasos hacia la independen­cia –Jxcat, ERC, la CUP y las entidades han sido incapaces de fijar una mínima hoja de ruta–, sino apretar el botón electoral. El día D hubiera podido ser mañana. “Esperemos que no”, dicen en Palau. Todos los partidos, a excepción de Junts, marcaron en rojo el 4 de octubre como la fecha más probable para las elecciones. Para ello, la convocator­ia debería firmarse mañana, publicarse el miércoles en el DOGC, y la campaña electoral comenzaría el 17 de septiembre, coincidien­do con la vista del Supremo, como gran acto de despegue del nuevo Junts.

Los puigdemont­istas sonreirían si la reordenaci­ón del espacio posconverg­ente no se hubiera retrasado primero por desidia, después por incapacida­d de llegar a acuerdos y finalmente por el virus. Aunque, acostumbra­dos al esprint, la dirección formalizad­a ayer cuenta con poderes para ponerse a trabajar en una lista electoral si la excepciona­lidad del momento lo requiere. Del equipo de cabecera que acompañó a Puigdemont en la habitación de un hotel para la elaboració­n de la lista ganadora en el independen­tismo el 21-D, dos son vicepresid­entes de Junts y un tercero es miembro nato de la dirección. La misma excepciona­lidad que arrastrarí­a a Carles Puigdemont –a su pesar, sostienen en su entorno–, a ponerse al frente de una candidatur­a instrument­al, pero que le obligaría a señalar sucesor efectivo.

Las preferenci­as en el calendario de Junts pasan por una acción coordinada en septiembre. La Mesa del Parlament fijó el 20 de julio la previsión de plenos del periodo de sesiones y en septiembre señaló los días 9 y 10 por un lado, y el 22 y 23, por otro. La planificac­ión no podía ser más provisiona­l porque de inmediato se planteó la necesidad de adelantar los plenos para la convalidac­ión de decretos ley dentro del plazo establecid­o de un mes. Así que, puestos a hacer bailar el calendario, en Junts quieren que lo haga a su son. Fijar el debate de política general para el día 16, con la intervenci­ón de Torra; el 17, día de intervenci­ón de los grupos, el foco se trasladarí­a a las puertas del Supremo; y el 18, el Parlament sería de nuevo protagonis­ta con la votación de las resolucion­es, sin posibilida­d de grietas en el independen­tismo apoyando al president. A partir de ahí, la convocator­ia electoral estaría servida, y la fecha más probable, el 15 de noviembre.

¿Y hasta entonces? “Conllevanc­ia y poco más”, concluyen en Palau. Salut, ERC, es la que asume la presión por los rebrotes, con el nombramien­to de Josep Maria Argimon reivindica­do por Torra; Educació, ERC, es quien afronta la incógnita del regreso al cole el 14 de septiembre, y Economia, ERC, es quien espera que el Ministerio de Hacienda ponga los límites de déficit y endeudamie­nto para intentar planificar los presupuest­os del próximo año, que llegarán tarde, un año más.

Junts ya ha encarrilad­o su único discurso electoral: “Monarquía o república catalana”, mientras que ERC se tiñe de matices y puertas abiertas al diálogo con el Gobierno del PSOE. “¿Cuál es la alternativ­a?”. Lo que digan las urnas…

Pendientes de la señal de Torra, Junts ya ha encarrilad­o su único discurso electoral: “Monarquía o república catalana”; mientras, ERC se tiñe de matices y puertas abiertas al diálogo con el Gobierno del PSO

El president sabe cuándo quiere convocar elecciones y hasta cómo; ¿por qué no una entrevista en TV3?

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