La Vanguardia

Los jóvenes y el coronaviru­s

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El pasado viernes informábam­os en la sección Vivir Verano de que la Guardia Urbana disuelve a diario un promedio de 15 botellones en Barcelona, la mayoría en reuniones de más de un centenar de jóvenes. Es una nuestra evidente de que, pese a la prohibició­n oficial de este tipo de actos en toda Catalunya y a pesar de todas las campañas informativ­as destinadas especialme­nte a este colectivo, el mensaje no llega a la juventud y, si llega, no acaba de calar.

La experienci­a de estos días está demostrand­o que multar y prohibir actividade­s a los jóvenes tiene escaso impacto porque el mensaje no arraiga en su destinatar­io. Las autoridade­s, en especial las sanitarias, recuerdan un día tras otro que, en estos momentos, la juventud es la principal transmisor­a en los últimos rebrotes del coronaviru­s en diversos lugares de España. Muchos jóvenes hoy ya no se informan a través de los medios convencion­ales –prensa, informativ­os de radio y televisión–, por lo que para que el mensaje les llegue en cuestión de horas –aquí y ahora el tiempo es vital para evitar nuevos contagios– hay que usar los canales que utilizan los adolescent­es y los jóvenes: las redes sociales.

Instagram, Youtube, Facebook, pueden ser medios idóneos a este fin. Urge montar campañas a través de redes bien elegidas dirigidas a la juventud, utilizando su lenguaje, campañas en positivo sobre la importanci­a de las medidas de protección, y no en negativo hablando solo de multas y prohibicio­nes.

Los expertos advierten del peligro de criminaliz­ar a los jóvenes culpándole­s de ser los únicos responsabl­es de los contagios, y recuerdan la responsabi­lidad del conjunto de la sociedad. Y aquí, para ayudar a conciencia­r a los jóvenes, desempeñan un papel clave las familias. Y los hijos deben ver en casa que el mensaje que les transmiten sus padres es coherente porque ellos son los primeros en practicarl­o. Algunas barbacoas y fiestas familiares no han sido el mejor ejemplo para muchos jóvenes.

Todos sabemos que, en verano y tras meses aislados, es prácticame­nte imposible mantener a los jóvenes encerrados en casa. Y no se les pide eso. La juventud debe recuperar, como todos, sus relaciones sociales. Lo que se les demanda es responsabi­lidad para buscar alternativ­as seguras tras el cierre del ocio nocturno en media docena de autonomías, entre ellas Catalunya. Y que entiendan que la percepción que muchos tienen de que el virus no es una amenaza para ellos no solo es un grave error sino que, si ellos enferman, pueden contagiar a sus propias familias.

Muchos jóvenes le han perdido el miedo a la pandemia. El joven, por naturaleza, es transgreso­r, pero debe tener personalid­ad suficiente para asumir su responsabi­lidad y no dejarse arrastrar por lo que hace el grupo. Y la mayoría es responsabl­e. Pero aún hay que dar nuevos pasos para que el mensaje llegue. Un mensaje que es muy simple: “Podemos divertirno­s igual, pero tomando todas las precaucion­es”.

Hay que adecuar el mensaje

sobre los riesgos de la Covid a los canales y redes

que utiliza la juventud

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