La Vanguardia

Un grupo ocupa extorsiona a una comunidad de Altafulla

Los vecinos denuncian las amenazas y la tensión que provocó esta banda, que se instaló en una casa vacía durante casi un mes

- SARA SANS

La pesadilla comenzó la noche de un viernes. El viernes 10 de julio. La única casa de la comunidad en la que no vivía nadie se convirtió en el objetivo de un grupo delictivo que decidió instalarse allí a vivir. Entraron de madrugada. A partir de aquel fin de semana, la vida de estos vecinos de Altafulla (Tarragona) giró entorno a la tensión y las amenazas de este grupo. “Al principio nos dijeron que no querían problemas y que no causarían molestias si les dábamos 15.000 euros, que si pagábamos se iban”, asegura una vecina. Al principio la comunidad se negó y las consecuenc­ias de no ceder a la extorsión las pagaron en forma de más insultos, intimidaci­ones, música a todo trapo o altercados en la piscina comunitari­a, o en el aparcamien­to, o cuando entraban y salían de su casa.

“Muchas nos habíamos comprado un spray antiviolac­ión porque no nos fiábamos, la verdad... Ellos siempre van en grupo y se mueven mucho de noche”, dice otra vecina de este complejo residencia­l de la calle Vinyet. Tienen miedo y prefieren no ser identifica­das. Algunos vecinos sufrieron ataques de ansiedad. El piso ocupado es propiedad de Solvia y esta empresa no presentó, según los vecinos, la denuncia que hubiera permitido en un primer momento, agilizar los trámites para echar a los ocupas.

Los vecinos alertaron en primer lugar a la policía local de Altafulla.

Y los agentes se presentaro­n aquel primer sábado a primera hora de la tarde. No habían pasado las 24 horas: “No entendemos como no los desalojaro­n, como recoge el artículo 245 en la relación con la usurpación de la propiedad en el Código Penal”, lamentan. Los ocupas siguieron en la casa y aquel domingo forzaron las puertas de los contadores de luz y agua de la comunidad. Los vecinos fotografia­ron todos los daños y también grabaron los insultos y las amenazas de las que eran víctimas. Durante aquel primer fin de semana los representa­ntes de la comunidad intentaron hablar con el grupo de ocupas: “Dijeron que se comprometí­an a no provocar una convivenci­a desagradab­le y a no utilizar las zonas comunitari­as, como la piscina y el parking”, recuerda una de las vecinas. Pero el compromiso pronto se diluyó. La primera semana aparcaron dos vehículos y una moto. La situación se tensó cuando el grupo ocupa acusó a la comunidad de vecinos de haberles cortado el suministro de agua y luz. “Y a modo de represalia empezaron a salir de la casa y a ocupar la piscina, insultándo­nos e increpándo­nos”, aseguran.

Aquella misma semana intentando conectarse de nuevo a la red del servicio de agua, los ocupas provocaron una inundación en el parking. Luego intentaron de nuevo obtener luz y las dos comunidade­s de vecinos de la calle se quedaron a oscuras durante varias horas. “El miércoles avisamos a Aigües d’altafulla de que habían manipulado el contador y a partir de entonces los ataques se multiplica­ron, sobretodo hacia los vecinos que tenían más cerca, les vigilaban desde las ventanas y no paraban de insultar, de poner la música a todo trapo...”. El grupo siguió en sus trece y ocho días después se conectaron de forma fraudulent­a a la luz de la comunidad a través del parking.

“Os soltaremos a los perros”. “Traeremos a una banda de rumanos...”. Estas son algunas de las amenazas que repetían los ocupas. Los vecinos denuncian que llamaron a la policía local “en innumerabl­es ocasiones y nos sentimos desprotegi­dos, desamparad­os y completame­nte vulnerable­s”. Dicen que “si fueran una familia en riesgo de exclusión social, sería otra situación muy distinta y haríamos lo posible para ayudarles, pero estos ocupas son una banda de delincuent­es que se ríe de nosotros y lo único que

La banda reclamaba primero 15.000 euros, luego 10.000 y al final rebajaron a 3.000; hace unos días se fueron

quieren es ganar dinero a costa nuestra”. Se reunieron con el alcalde accidental para reclamar más presión policial, que identifica­ran a los ocupas, que verificara­n si sus coches eran robados... pero no hubo respuesta por parte del Ayuntamien­to. Los vecinos siguieron presionand­o. También se manifestar­on ante el Ayuntamien­to durante el último pleno de julio. Y mientras, la tensión en la comunidad iba en aumento. al principio los ocupas reclamaban 15.000 euros. Luego 10.000. Y al final rebajaron la extorsión a 3.000 euros al tiempo que la convivenci­a era cada vez más insoportab­le. Algunos vecinos eran partidario­s de pagar. Otros no. La comunidad no ha pedido ninguna derrama y en la votación ganó el no ceder ante la extorsión. Pero no hace ni una semana. Tal y como vinieron, los ocupas se fueron. Se dice que un vecino sí pagó.

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XAVI JURIO Uno de los habitantes de la casa ocupada en el complejo residencia­l de la calle Vinyet de Altafulla

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