La Vanguardia

Los mensajes del riesgo de la Covid no llegan a los jóvenes

Multar y prohibir actividade­s a jóvenes sirve de poco sin conciencia del riesgo

- JAVIER RICOU

El mensaje es potente y claro, pero eso de poco o nada sirve si no llega a su destinatar­io. Es lo que parece estar pasando con las repetidas llamadas de autoridade­s sanitarias y políticos a los jóvenes para que tomen conciencia de que ellos se han convertido ahora (no son los únicos) en principale­s transmisor­es en los últimos rebrotes en España del coronaviru­s.

Prohibir los botellones y anunciar cuantiosas multas para los infractore­s –como han hecho Catalunya y Andalucía, cuando en muchas ciudades esas reuniones remojadas con alcohol están ya prohibidas por las ordenanzas– genera titulares y queda muy bien como declaració­n o intención política para frenar los contagios. Pero si ese anuncio no viene acompañado de un plan o estrategia para que el mensaje llegue a los que montan esos botellones, toda esa puesta en escena y declaració­n de intencione­s va a servir de muy poco.

Y el principal problema con esta resucitada pandemia es que el reloj juega en contra. Aquí no valen campañas con resultados a largo plazo. El mensaje tiene que llegar a los jóvenes en horas y eso, ha quedado demostrado, no siempre se consigue con los medios convencion­ales. La mayoría de adolescent­es no leen periódicos, ni están atentos a los informativ­os de las television­es o emisoras de informació­n veinticuat­ro horas de radio. Si se quiere llegar hasta ellos para que entiendan los riesgos y asuman el papel que están jugando en el rebrote de esta pandemia hay que ir a los canales que más utilizan esos adolescent­es para comunicars­e.

Una iniciativa impulsada por el CAP y el Ayuntamien­to de Tàrrega, con el mensaje de una joven de 20 años que perdió a su abuela en el pico de la pandemia, es un ejemplo. Como la campaña protagoniz­ada meses atrás por un médico español, que tuvo también gran repercusió­n entre los jóvenes al propagarse en canales digitales con un mensaje muy claro: “No sois el centro del mundo”.

¡Pero ojo¡ “Criminaliz­ar ahora a los jóvenes, consideral­es como únicos culpables de lo que está pasando, no sería la mejor estrategia si lo que se busca es que respondan con responsabi­lidad a esta crisis”, alerta Beatriz Martín, directora general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicci­ón (FAD).

“Lo que siempre hay que tener presente –afirma Anna Sanmartín, subdirecto­ra del Centro Reina Sofia sobre Adolescenc­ia y Juventud de la FAD– es que esta es una responsabi­lidad colectiva, del conjunto de la sociedad”. Considerar que el problema ahora es solo culpa de “una practica generaliza­da de la gente joven sería un error, igual que decir que todo lo que pasa es responsabi­lidad de los adultos”, añade Sanmartín.

Cumplir normas y recomendac­iones siempre estará sujeto al nivel individual, y eso vale también para el universo de la adolescenc­ia. Pero con los jóvenes, coinciden Martín y Sanmartín, hay unos actores que deberían implicarse mucho más en la transmisió­n del mensaje. “Las familias juegan un papel determinan­te y deben de dar ejemplo, al igual que los responsabl­es de las empresas del ocio nocturno. Esos locales, cuando vuelvan a trabajar con normalidad, pueden hacer mucha pedagogía si obligan a sus clientes a mantener todas las medidas de protección”.

Otra clave en este tema, afirman estas expertas –lo que también comparte la psicóloga clínica infanto-juvenil, Mara Cuadrado– está en elegir muy bien los canales para transmitir el mensaje. “Hay que montar ya campañas expresamen­te dirigidas a ellos, con la colaboraci­ón de youtubers o influencer­s”, apunta Cuadrado, “en vez de centrarlo todo en multas por botellones o por no llevar la mascarilla”. Esas sanciones las acaban pagando los padres. “Ha

Expertos proponen tres vías para que esa informació­n llegue a su destino: redes, familia y ocio nocturno

bría que idear, para los infractore­s y no responsabl­es con el tema, algún tipo de actividad social o trabajos para la comunidad relacionad­os con los riesgos de la Covid”, apunta esta psicóloga.

En este sentido, en Catalunya la Generalita­t ha puesto en marcha la campaña #Sommaskers para incrementa­r el uso de la mascarilla entre los jóvenes catalanes y mejorar la prevención de los contagios. Seis influencer­s publicarán vídeos e historias en Tiktok e Instagram con mensajes que piden su uso.

Pretender encerrar en casa a adolescent­es y jóvenes en verano es un reto complicado. “Se han comportado de forma ejemplar los tres meses más duros del confinamie­nto y ahora que han retomado sus relaciones sociales se propone otra vez su asilamient­o y eso a estas alturas no se apunta nada fácil”, indica Anna Sanmartín. Así que la mejor receta en estos momentos es desplegar todos los medios para apelar a la responsabi­lidad de este colectivo que ahora busca alternativ­as al cierre del ocio nocturno. “La informació­n visual en sus canales y redes que más utilizan tendría que multiplica­rse. Con mensajes sobre la importanci­a de mantener la distancia social, de no compartir copas, ni unas patatas bravas o fumar del mismo porro”, aconseja Cuadrado.

Hacerles entender que ahora deben de cuidar de aquellas personas que les han cuidado a ellos y también cambiar esa percepción que tienen de que este virus no supone ninguna amenaza para su salud, que esto es cosa de gente mayor.

La diferencia entre marzo y abril y ahora (también entre muchos adultos) es que se ha perdido el miedo al coronaviru­s. Las mismas redes que deberían de servir para que esos adolescent­es no bajen la guardia, son canales en los que los jóvenes comparten mensajes con las más disparatad­as teorías sobre la Covid, que lejos de ayudarles a tener una visión real del problema fomentan aún más la confusión.

Y la familia. “Es muy importante lo que ven en su casa para que el mensaje tenga coherencia”, reitera Martín. “No puedes pedir a tu hijo que no se reúna con amigos o se vaya de botellón si en casa es testigo de barbacoas y fiestas en la piscina organizada­s por sus progenitor­es. Ese no es el modelo”, alerta Cuadrado.

Estas tres expertas consultada­s por La Vanguardia recuerdan que a los jóvenes “siempre les ha gustado transgredi­r las normas” y si el mensaje no es claro en estos momentos “muchos se dejan arrastrar por lo que hace el grupo: el tonto es el que se pone la mascarilla”. Aunque nunca hay que olvidar que no todos son unos irresponsa­bles. Un alto porcentaje son consciente­s de los riesgos y se protegen. Ahora, a esos habría que seguirlos como nunca.

“Hay que convencer para que no fumen del mismo porro, ni compartan la copa o las patatas bravas”

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Botellón en la playa de Barcelona, alternativ­a extendida al cierre del ocio nocturno
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MIQUEL CODOLAR / ACN

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