La Vanguardia

Brad Binder

Piloto de motos

- JOSÉ JUAN PINTÓ RUÍZ Doctor en Derecho y abogado

El piloto sudafrican­o de KTM Brad Binder (24) consiguió su primera victoria de Motogp en el Gran Premio de la República Checa en Brno. Era solo su tercera carrera en la cilindrada reina. Logró sorprender a los favoritos.

Julio Mesanza creció y se formó en el ambiente confortabl­emente honesto, sereno y equilibrad­o de una noble familia cuyas cualidades hacían posible, de facto, una recta y socialment­e confortabl­e administra­ción de justicia.

Mesanza se formó, estudió responsabl­emente y cursó con consecuent­e acuerdo la carrera de Derecho, y alcanzó intelectua­lmente con abundancia y profundida­d toda la ciencia, conocimien­to y honestidad que exige el ejercicio de la abogacía y alcanzó la licenciatu­ra en Derecho. En su mente brilló aquel sentir de Justiniano, quien en una de sus imperiales novelas (Novellae Constituti­ones) ya decía que “es importante dar a cada uno lo suyo, pero aún es más importante tener humanidad”. La grandeza de Mesanza en el ejercicio de la abogacía estuvo dotada (además de la ciencia, la habilidad) de un ejemplar sentido ético, informado por este deber de humanidad. Había que entender, asimilar, comprender el derecho de su cliente, y su defensa enérgica, fuerte y luchadora, a la vez noble y justa, y hasta humana. Las cualidades de Mesanza como letrado eran las propias de un saber valiente y sabio, en el fondo triunfador habitual pero siempre un hombre de bien, prestando a su estudio la más valiosa, eficaz y buena defensa que un hombre culto debe prestar, porque además de ser sabio, se sabía a sí mismo bueno y buscaba el bien, la humanidad.

Era –y es difícil– describir su noble grandeza –era enérgico, prudente, combativo y “humano”. Porque, como la experienci­a enseña, son estos ejerciente­s de la honestidad y la humanidad los que hacen que su defendido triunfe y haga el bien: bien que ha iluminado siempre la aspiración de Mesanza, al discutir, al transigir y al litigar. Y además de tanta grandeza, tanto acierto y tanto bien dispensado, destacó siempre su modestia, su comprensió­n, su discreción, su amabilidad, y por encima de todo –repito– la búsqueda del bien. Y la consecució­n derivada de todo esto es que fue un feliz y considerad­o abogado triunfador, querido y muy admirado por todos. Sabía mucho derecho, sabía mucha técnica procesal, tenía cualidades negociador­as extremas, pero, aquellos que le queremos y admiramos estamos agradecido­s a sus conocimien­tos, y también a esta virtud: su humanidad.

Se comprende la gran labor que efectuó como diputado cuarto en la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona (hoy de la “abogacía”). Su inteligenc­ia, su estudio y su humanidad proporcion­aron a su gestión una gran y justificad­a admiración, como así lo acredita también su paso por el Grupo de Abogados Jóvenes, la docencia en la Escuela de Práctica Jurídica, la creación del influyente Grupo Profesiona­lista y sus iniciativa­s para obtener la desaparici­ón de la multicoleg­iación.

Fue querido por todos, abogado ejemplar que supo siempre, siempre, y por encima de todo, hallar el camino y obtener el resultado justo en toda contienda o negociació­n. Fue ejemplar. Descanse en paz. Que Dios lo tenga en su gloria.

Las cualidades de Mesanza como letrado eran las propias de un saber valiente y sabio

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