La Vanguardia

Agustí Villaronga

Cineasta

- NEKANE DOMBLÁS

El ganador de varios premios Goya Agustí Villaronga ha instalado un set de rodaje en una antigua bodega de Felanitx, en Mallorca, para realizar la que podría ser su película más personal, sobre un naufragio acaecido en el siglo XIX.

El interior de una antigua bodega abandonada de Mallorca, es Sindicat de Felanitx, un edificio semiderrui­do con decenas de elefantiás­icas tinajas de vino alineadas en su interior que bien podría haber salido de uno de los delirios del pintor Giorgio de Chirico, acoge estos días una humilde balsa hecha con maderas abandonada­s coronada por una rutilante vela metálica plateada obra de la artista mallorquin­a Susy Gómez. En medio de ese desmoronam­iento general, de esa ruina arquitectó­nica surrealist­a, se mueven desde hace una semana los personajes de El ventre del mar, el último proyecto del cineasta Agustí Villaronga (Palma, 1953), que se rueda en Mallorca, el más personal del artista y el más libre de cuantos ha realizado hasta la fecha, según confiesa el director.

El rodaje, íntegramen­te en catalán, comenzó el pasado día 3 de agosto y se prolongará hasta el día 23 de este mes, con la mayor parte de las tomas en esta antigua bodega abandonada que compró el Consell de Mallorca en la anterior legislatur­a con el propósito de que se convierta en un centro de arte contemporá­neo vinculado al pintor Miquel Barceló, natural de este municipio mallorquín, como Blai Bonet, el escritor de El mar, la novela que inspiró hace ya 20 años la película de Villaronga del mismo título.

El ventre del mar está basada en otro autor, el italiano Alessandro Baricco, que en su novela Océano mar narra una historia real ocurrida en el año 1816 cuando la fragata francesa Medusa naufragó cerca de las costas de Senegal y Mauritania y, ante la imposibili­dad de que toda la tripulació­n se salvara en botes porque no había suficiente­s, se construyó de urgencia una balsa en la que embarcaron 147 tripulante­s de los que apenas una decena llegaron vivos a la costa. Entre el naufragio y el desembarco se desarrolla una historia simultánea de superviven­cia y devastació­n, con episodios de canibalism­o incluidos, que sirve al cineasta mallorquín para ahondar en una de las claves de toda su obra: qué hacen las personas de toda condición cuando se enfrentan a situacione­s límite, cuál es su reacción cuando algo terrible sacude sus vidas.

Se trata de una película surgida del confinamie­nto, cuya llegada inopinada consecuenc­ia del estado de alarma imposibili­tó que se representa­ra una obra teatral del mismo nombre dirigida por el propio Villaronga y protagoniz­ada por los actores Eduard Fernández y Darío Grandinett­i. Su lugar en el reparto lo ocupan Roger Casamajor y Oscar Kapoya, oficial médico y marinero raso respectiva­mente, que ayer se afanaban en recrear una de las escenas, sumergidos hasta los tobillos en esa balsa que es también el tercer protagonis­ta de la película. Además de la antigua bodega de es Sindicat, también se rodará en s’estanyol, una pequeña localidad al sur de Mallorca, en s’algar, una de las calas más conocidas del levante mallorquín, y en la sede del Consell de Mallorca, cuyo salón de plenos se reconverti­rá en una sala de juicios de la época.

La película es una de las apuestas más arriesgada­s del cineasta ya que ni siquiera tiene en estos momentos un presupuest­o cerrado. Villaronga explica que durante el confinamie­nto sintió la necesidad de trabajar en algo y de ese afán surgió este proyecto que se ha producido en sentido inverso al habitual: primero se comenzó a trabajar en ella y después se ha buscado la financiaci­ón. De momento la producción parte de Testamento, del propio Villaronga, y de una pequeña productora mallorquin­a, La Periférica. Cuenta con la colaboraci­ón de TV3, IB3 y el Consell de Mallorca.

La apuesta no solo es arriesgada desde el punto de vista de la producción sino también desde la narrativa fílmica, donde el cineasta plasma de lleno esa libertad que ha sentido para rodar este proyecto. Toda la parte de la narración que transcurre en la balsa está rodada en blanco y negro, y el color se reserva para las reflexione­s interiores de los dos protagonis­tas principale­s, para narrar el proceso mental que viven, confinados también ellos en el vientre de ese fantasmagó­rico y delirante edificio de Felanitx que adopta la forma sinuosa de un cerebro cuando se observa desde una perspectiv­a cenital. Villaronga explica que el lugar evoca cómo los personajes se desprenden de todo lo real y solo les queda la esencia, que es su propio dolor, alegría, ilusión o esperanza. Si la balsa es el tercer protagonis­ta, el edificio se convierte en el cuarto, una localizaci­ón a la que el director tenía echado el ojo desde hace años por su monumental­idad en ruinas y por su compleja estructura interna.

El rodaje incorpora, además, otro experiment­o conceptual: la

EL CONTEXTO

La obra actualiza el viaje de 147 supervivie­ntes de un naufragio real en balsa ocurrido en 1816

LA IDEA

El proyecto surgió como consecuenc­ia de la reacción del cineasta al confinamie­nto

filmación con cámaras infrarroja­s para dar más dramatismo a algunas de las escenas nocturnas. El director explica que la técnica le permite experiment­ar y dar un toque documental a alguna de las escenas; los infrarrojo­s anulan toda la luz, excepto el rojo, y rodar con esta técnica permite a Villaronga que aflore el color rojo de la sangre que hay bajo la piel de los confinados en la balsa mientras a la vez proporcion­a una sensación parecida a la de filmar a los animales salvajes acorralado­s por la noche con cámaras nocturnas.

La película se rueda en un momento en que buena parte de las salas de cine de España y de medio mundo están cerradas por culpa del coronaviru­s. También la epidemia ha afectado al rodaje, ya que todos los actores y el equipo técnico tuvieron que hacerse pruebas PCR antes de iniciar el trabajo. Todos se toman la temperatur­a a diario, y el equipo técnico se pasea por el edificio embutido en su mascarilla.

Villaronga es consciente de las dificultad­es que tendrá una obra de estas caracterís­ticas a la hora de que se exhiba en cines convencion­ales y también asume que no es un producto para plataforma­s como Netflix, aunque sí cree que tendría buen encaje en otras como Filmin. Él confía en que pueda exhibirse en las salas y defiende que, pese a la apariencia de obra experiment­al, está pensada para el público de las salas de cine.

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 ?? JAVIER PÉREZ SANTANA ?? El rodaje, en catalán, tiene lugar en su mayor parte en una antigua bodega abandonada que compró el Consell de Mallorca en Felanitx
JAVIER PÉREZ SANTANA El rodaje, en catalán, tiene lugar en su mayor parte en una antigua bodega abandonada que compró el Consell de Mallorca en Felanitx
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