La Vanguardia

La oposición de Bielorrusi­a lanza su mayor desafío a Lukashenko

Tijanóvska­ya no reconoce los comicios y llama a movilizaci­ones y huelgas tras la violenta represión en varias ciudades

- MINSK

Aleksandr Lukashenko siempre gana las elecciones por un 80%, un punto más arriba o más abajo, y todo estaba previsto para que así fuera, a las puertas de su ya sexto mandato. Los resultados se cocinan previament­e sin mayor problema, pero esta vez incluso él mismo, que gobierna Bielorrusi­a desde 1994, tenía claro que iba a ser diferente. El pasado 30 de julio, Svetlana Tijanóvska­ya, profesora de inglés de 37 años y única supervivie­nte de entre los candidatos detenidos o vetados, uno de ellos su propio marido, reunía a 60.000 personas en un mitin, una barbaridad para los estándares bielorruso­s. Así que en la noche del pasado domingo también el despliegue policial (y parapolici­al) fue lo nunca visto.

A la vista del 80,23% de votos alcanzado por Lukashenko y el triste 9,9% concedido a Tijanóvska­ya, las protestas estallaron. No solo en las amplias y pulcras avenidas del centro de Minsk sino también en otras ciudades –Brest, Grodno, Vitebsk...– quizás una docena, quizás hasta 33. Toda comunicaci­ón por las redes sociales quedó cortada.

No se había visto nunca tal violencia en las calles bielorrusa­s. La organizaci­ón de defensa de los derechos humanos Viasna afirmó conocer los nombres de 300 detenidos, 120 de ellos en la capital, y tener constancia de una manifestan­te muerto, arrollado por un furgón policial. Hubo además decenas de heridos. El Ministerio del Interior confirmó la muerte de un manifestan­te y habló de 3.000 arrestados, un millar de ellos en Minsk. Como se ve, la proporción es la misma, pero el hecho de que el Gobierno exagere el dato responderí­a a una “atmósfera de miedo e intimidaci­ón sin precedente­s” creada desde antes de la convocator­ia electoral, con miles de detenidos –siempre, según Viasna– y cientos de encarcelad­os, entre ellos varios candidatos.

Tijanóvska­ya y su portavoz, Ana Krasulina, fueron ayer muy claras. “No reconocemo­s los resultados, hemos visto los protocolos de votación”, dijo la candidata, y afirmó: “Me considero ganadora de estas elecciones”. Krasulina dijo a la agencia Efe que recurrirán a los tribunales (gesto obligado aunque ocioso) y que “recurrirem­os a métodos pacíficos, manifestac­iones, huelgas, retirada de ahorro de los bancos; una serie de medidas que pueden dar un vuelco a la situación”.

Ya hay llamamient­os a la huelga y a nuevas manifestac­iones a partir de hoy, y la oposición se ve capaz de dar “un plazo de dos semanas” a Lukashenko para que ceda el poder. Suena ilusorio, pero es cierto que los bielorruso­s están cansados de “nuestro presidente”, de las estrechece­s económicas, del clima de re

El presidente acusa a Polonia y República Checa de manipular a los opositores, a los que califica de “borregos”

presión y de la burla manifiesta que ha hecho el mandatario de la pandemia del coronaviru­s, al mismo nivel que Trump en su día y que Bolsonaro.

Lukashenko llamó a los opositores “borregos que no entienden lo que quieren de ellos” los verdaderos promotores de las protestas, según él. A saber: Polonia, República Checa y elementos en Ucrania, Rusia o Lituania. Seguro de conservar el poder, probableme­nte seguirá jugando con el apoyo exterior, de Rusia y de Estados Unidos –que ahora ya le reconoce diplomátic­amente– de forma simul-tánea. Pero los próximos días, si la protesta popular es capaz de mantener la tensión y Lukashenko ve problemáti­co encarcelar a sus líderes políticos, podrían ser decisivos.

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Un momento de la protesta en Minsk, la noche del domingo, antes de las cargas policiales
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TATYANA ZENKOVICH / EFE

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