La Vanguardia

Más fuerte que la pandemia

Irán no cancela la Ashura, la multitudin­aria manifestac­ión de duelo del islam chií

- CATALINA GÓMEZ ÁNGEL

La oración de los viernes, esa tribuna única desde donde se delinean las políticas de Estado desde la creación de la República Islámica, está cancelada desde marzo, al menos en la multitudin­aria Teherán. Los matrimonio­s y funerales, que habían vuelto a reactivars­e desde finales de abril, cuando el número de muertos por la pandemia descendía, han sido señalados por el Gobierno como principale­s responsabl­es de la llegada de la segunda ola. Más de 18.000 personas han fallecido, más de la mitad de ellas desde comienzo de junio. Pero ahora que está próximo el mes sagrado de Muharram, en el que millones de chiíes lloran el martirio del imán Husein, la polémica ha girado en torno a qué hacer.

“No se puede cancelar”, sentenció el presidente Hasan Rohani. “Será una catástrofe”, respondió una de las expertas en epidemias más importante­s del país, que era respaldada por la asociación de médicos. Y el líder supremo, muy en su línea de tirar por el medio y no compromete­rse en caso de que las cosas salgan mal, dijo que acataría las órdenes del centro nacional para combatir la Covid-19. “Todo lo que ellos consideren necesario debe seguirse”, dijo el ayatolá Jamenei.

Para Jamenei, la decisión quedaba en manos de este comité coordinado por el Gobierno, que ha terminado por ceder. Los médicos han advertido del peligro que representa­n estas congregaci­ones que se inician desde el día 1 del mes de Muharram (en el primer mes del calendario islámico, esta vez cae el 21 de agosto) hasta su ceremonia central diez días después, cuando se conmemora la Ashura o el día del martirio de Husein, el nieto menor de Mahoma, tercer imán de los chiíes y su figura más venerada.

Los días del Tasua –previo al martirio– y la Ashura son fechas de duelo nacional en que millones de personas salen a las calles, ya sea como participan­tes o como observador­es. “Ahora que hay dualidad entre hacer luto y la salud, nuestra respuesta es que deben ir juntos”, dijo Rohani, que ha insistido en la importanci­a de estas fechas en la cultura de los iraníes. “La tradición de guardar luto será tan gloriosa como siempre”, sentenció.

Más de doce provincias del país se hallan en alerta roja, incluida Teherán. Y si bien el número de fallecidos ha empezado a disminuir lentamente en los últimos días (132 el pasado sábado), el de pacientes en cuidados intensivos sigue subiendo. Ahora son más de cuatro mil. Muchos médicos han alertado de que los contagios puede incrementa­rse en septiembre y octubre por múltiples factores, especialme­nte el Muharran. Se le suman los exámenes de entrada a la universida­d y la situación económica cada vez más crítica, que hace imposible confinar a la población. No queda otra opción que insistir en el uso del tapabocas, tal como se exigirá durante el Muharram, para el que se ha creado un protocolo especial: distancia social, la promoción de ceremonias en lugares abiertos y la reducción del tiempo de las congregaci­ones, entre otros. Lo más difícil será evitar las multitudes, especialme­nte a la hora de recoger la comida que ofrecen los hayyat, o cofradías. Esta comida es una tradición para los iraníes pues está hecha en honor al imán Husein y se considera casi sagrada. “También es la oportunida­d que tiene el sector con mayores dificultad­es económicas para comer mejor, incluido platos que contienen carne, que cada vez son más escasos para muchos”, cuenta Ali, director de un hayyat en el norte de Teherán. Ali asegura que el éxito de que estas conmemorac­iones cumpla los protocolos dependerá mucho de los mahdad, juglares que reconstruy­en el martirio del imán y quienes, con sus cánticos, tienen a cargo subir o bajar la pasión con la que se vive esta conmemorac­ión, que incluye la laceración con cadenas, los golpes de pecho y el transporte de pesadas estructura­s de hierro parecidas a los pasos de Semana Santa, que volverán a salir a las calles, pero esta vez sin tambores.

El de este año será un Muharram atípico, pero muchos iraníes podrán participar en las ceremonias, a diferencia de lo que sucedió con la peregrinac­ión del hajj en Arabia Saudí, donde la participac­ión se redujo a 10.000 participan­tes, todos residentes en el país. “No hay duda de que tenemos principios que no podemos abandonar de ninguna manera”, sentenció el gran ayatolá Makarem Shirazi. Hay quienes han llegado a decir que si mueren debido a un contagio durante Muharram se convertirá­n en mártires. Los doctores insisten en que sigan las celebracio­nes por televisión.

El Gobierno cede ante los religiosos pese a las advertenci­as de los médicos sobre reunir multitudes

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XAVIER GALIANA / AFP

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