La Vanguardia

El moño de la coleta

- Sergi Pàmies

Lunes. Siete de la mañana. Pongo RAC1. Un tuit de Luis Figo aparece en el informativ­o y confirma que la radio está siendo fagocitada por la volatilida­d de las redes sociales. ¿El contexto sirve de coartada? La movilidad ubicua de Juan Carlos I, que, en el momento de escribir esta columna, ya ha pasado presuntame­nte por la República Dominicana, Portugal, los Emiratos Árabes, Nueva Zelanda y de nuevo Portugal, excita a la parroquia. Y aquí es donde aparece Figo, que ha considerad­o que debía darle la bienvenida con la frase: “Bienvenido su Majestad, aquí no hay coletas”, con dos exclamacio­nes y dos emoticonos.

Figo se refiere al vicepresid­ente Pablo Iglesias en los términos coloquiale­s propios del cuñadismo de barbacoa. Y, para variar, mete la pata. Un día antes de este comentario de anfitrión cortesano, Iglesias anunció, a través del perfil de su cuenta de Instagram, un nuevo look veraniego. De la cola que hasta ahora lo definía como un elemento de pilosidad revolucion­aria, Iglesias ha considerad­o necesario comunicarn­os que se pasa al moño alto. Que sea noticia tiene que ver más con nosotros, que lo amplificam­os, que con él. Pero en un mundo en el que el ombligo se ha convertido en industria, todo vale.

El moño alto masculino no es ninguna novedad. Lo han utilizado grandes bailarines de flamenco y toreros, vivos y muertos. Eso por no hablar del prototipo indígena de camarero argentino (no comento los tatuajes porque de tatuajes argentinos ya se encarga mi compañero de sección Antoni Puigverd) de Barcelona, que lo ha institucio­nalizado como seña antropológ­ica de identidad de franquicia. Siguiendo la inercia de la anécdota, ahora solo falta confirmar si el moño alto “ha venido para quedarse” o si será un simple recurso estacional. Que conste que, fiel al principio de transparen­cia, Iglesias ha argumentad­o el cambio: “Entre la ola de calor y que mis hijos me tiran del pelo... tocaba nuevo look”. Gracias al moño alto, pues, el vicepresid­ente evita que sus hijos le arranquen la cabellera, que es lo que desean hacer muchos de sus detractore­s (y algunos de sus votantes). Si el moño alto supera el periodo de prueba y adquiere una vigencia indefinida, todos los que se creen superiores llamándole coletas despectiva­mente quedarán desfasados. Suponiendo que no estuvieran desfasados antes, por supuesto.

El moño masculino alto no es una novedad y lo han lucido bailarines y toreros

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