La Vanguardia

Combatir el derrotismo

- Santi Nolla

Un sector del barcelonis­mo anda enredado en la crítica constante al club. Hay de todo. Por un lado están los que realmente piensan que este vestuario no es capaz de levantar una Champions, por otro a los que interesa cuanto peor mejor para estar bien situado en la línea de salida de la carrera electoral que hace más de un año que comenzó. Los hay que apoyan a unos que estuvieron y quieren volver y otros que buscan gente nueva. Entre tantos intereses el Barça está como aquella Liga que ganó el Atlético de Madrid en el Camp Nou sin que nadie protestara la anulación de un gol legal. Aquello indicó que el ambiente del entorno consiguió establecer un clima de derrotismo tal que nadie quería remar a favor del Barça. Los intereses siempre se han comido a la institució­n.

Cuesta entender tanta crítica a un Barça que es el único club que lleva 13 años consecutiv­os entre los ocho mejores de Europa. Nadie se ha clasificad­o para cuartos en tantas ocasiones seguidas como el FC Barcelona de los últimos 13 años. Han conseguido que el fútbol se parezca a la política, con gobierno y oposición, cuestionán­dolo todo simplement­e para ganar votos, mirando únicamente el combate electoral y la estrategia para vencer en las urnas. Cada vez a más largo plazo, con políticas de comunicaci­ón diseñadas por expertos que trabajan en los propios medios y sin ninguna capacidad para aislar a los millones de seguidores que lo que quieren es ganar y elevar títulos para sentirse orgullosos del que consideran el mejor club del mundo.

Con el derrotismo no hay forma de empatar. Siempre se pierde. Si no juegan los futbolista­s de la cantera es un problema; si juegan, también porque

Cuesta entender tanta crítica a un Barça que es el único que lleva 13 años entre los ocho mejores de Europa

entonces es que se fichó mal. Si se pierde, patada hacia arriba y que dimita todo el mundo; si se gana, es que no se juega bien o que solo está Messi, como si el argentino no llevara más de una década liderando al Barça o antes nunca se jugara ningún mal partido, como si no hubiera existido Kaiserslau­tern o el partido ante el Chelsea que abrió la etapa más brillante, gracias a un gol de Iniesta al filo de la eliminació­n en un encuentro para olvidar.

¿Es tan difícil poner en valor lo hecho y apoyar a este Barça para encarar una fase final de la Champions que debería ser ilusionant­e? Sí, lo es. Ya está preparada toda la artillería para si se pierde. Y hasta por si se gana. Solo es cuestión de ir aplazando los argumentos algunos días más. Y si alguien apuesta por apoyar al club, la respuesta es más fácil: son los afines. Mientras millones de barcelonis­tas con ganas de ilusionars­e pueden acabar deprimidos el derrotismo se escampa. Si, sí, realmente es muy difícil poder tirar adelante.

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