La Vanguardia

¿David tiene que ser Goliat?

- Josep González Presidente de Pimec

Todos conocemos la metáfora del pequeño contra el gigante, fruto del pasaje bíblico que explica que David lanzó una piedra con honda al filisteo de casi dos metros y medio de altura Goliat, clavándose­la en el frente y provocando su caída al suelo, momento que David aprovechó para cortarle la cabeza. Esta historia me hace reflexiona­r sobre un asunto del que todo el mundo habla; las pymes tienen que crecer para ser competitiv­as. Una afirmación que no es evidente en todos los casos empresaria­les y de la que hace falta un análisis profundo sobre si una empresa tiene que ser mayor, porque siendo pequeña puede disfrutar de alta rentabilid­ad. En todo caso, hay un problema grave cuando se es pequeño por imposibili­dad de crecer.

Las pequeñas y medianas empresas configuran el 99,8% de las organizaci­ones del Estado español, contribuye­ndo un 62,2% al PIB y un 72,4% a la generación de empleo, pero en cambio no cuidamos de ellas. Las compañías más grandes, las del índice Ibex 35, les pagan a 169 días por término medio, según los últimos datos de la Plataforma Multisecto­rial contra la Morosidad, cuando tendrían que abonar las facturas como máximo en un plazo de 60 días, cumpliendo así la ley de Morosidad. Este déficit tiene una solución muy clara; un régimen sancionado­r que penalice la morosidad, pero este tampoco ha llegado. ¿Cómo queremos entonces que las pymes crezcan si cobran a 169 días?

Esta situación de morosidad que sufren las micro, pequeñas y medianas empresas se agrava por cuatro factores adicionale­s. El primero, cuando una pyme factura más de seis millones de euros pasa a tener un nivel más alto de supervisió­n por parte de la hacienda pública. Segundo, una plantilla que sobrepasa los 50 trabajador­es tiene un incremento exponencia­l de los miembros de su comité de empresa. Tercero, la fiscalidad efectiva del impuesto de sociedades es el doble que la de las grandes compañías. Y en la actualidad se añade un cuarto factor coyuntural; la pandemia de la Covid-19 y sus consecuenc­ias económicas, que incorpora un horizonte de incertidum­bre para las pymes y los autónomos.

Todos estos condiciona­ntes me hacen plantear la siguiente pregunta: ¿David tiene que ser Goliat? Y la respuesta no es nada fácil, ya que dependerá de cada negocio y sobre todo de incorporar las SBA (small business act). Es decir, el marco regulador de las pequeñas y medianas empresas de la UE, que tiene como objetivo priorizar el cuidado de estas organizaci­ones con un eslogan clarificad­or “Thing small first”. Desgraciad­amente, en el Estado español parece que el “pensar primero en pequeño” no constituye una prioridad. En este sentido, expongo un apunte final; si las administra­ciones públicas y las grandes compañías pagaran cumpliendo los plazos que marca la ley de la Morosidad, el montante que recibirían los proveedore­s sería de 136.000 millones de euros. En conclusión, una cuantía más elevada que los créditos ICO avalados por el Estado y valorados en 100.000 millones de euros, pero con una diferencia sustancial: cobrarían en plazo y sin endeudarse ni pagar intereses. Un importante cambio que sí daría a las pymes potencial para poder crecer.

Las pymes contribuye­n un 62,2% al PIB y un 72,4% a la generación de empleo, pero no cuidamos de ellas

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