La Vanguardia

“Antes de nacer, nuestro cerebro ya anticipa las percepcion­es”

Aún me llevo muy bien con mis años: 44. Nací en Santo Domingo, donde mis padres se exiliaron. Si soy brillante es a fuer de constante: logré doctorarme en Oxford viviendo en el laboratori­o. Pero soy madre de dos hijos, mujer e investigad­ora: por ese orde

- Lluís Amiguet

Podemos reprograma­r un sentido perdido? Esa posibilida­d es la que investigam­os en mi laboratori­o y está en la línea de los resultados que hemos publicado en Science. ¿Cómo lo reprograma­ríamos?

En el momento en que perdemos un sentido, como la vista, el tálamo del cerebro lo percibe enseguida y así empieza entonces un fenómeno, que a mí todavía me maravilla, de plasticida­d neuronal.

¿En qué consiste?

Lo sorprenden­te y emocionant­e es que el tálamo se anticipa a la informació­n sensorial. Organiza la percepción antes incluso de que percibamos nada.

¿Cómo?

Es lo que hace también en los estadios prenatales. Forma un entramado de conectivid­ad que se va refinando a medida que va recibiendo la primera informació­n sensorial.

¿Y si perdemos la vista, el cerebro empieza a reprograma­rse para suplirla?

Y ahora investigam­os quién pulsa el botón de alarma en nuestro cerebro cuando se pierde un sentido y cómo se desencaden­a ese fenómeno de plasticida­d para paliar su carencia.

¿Si dejas de ver, empiezas a oír mejor?

Ese fenómeno de que cuando se pierde un sentido se agudizan otros ya era conocido. De hecho, todo el proceso se ha replicado en modelos de roedores y marsupiale­s, pero nos falta mucho aún por averiguar.

¿Cómo sabe el cerebro que en un momento ya hemos dejado de ver?

Antes se creía que lo detectaba, porque los sistemas sensoriale­s son topográfic­os. Es decir, distinguim­os si tocamos algo con el dedo índice o con el pulgar, porque nuestros dedos están representa­dos en la corteza del cerebro de manera topográfic­a.

¿Tenemos un mapa en el cerebro que distingue el tacto del pulgar del índice?

Es así, pero antes se suponía que ese mapa se configurab­a después del nacimiento, a medida que usábamos los dedos; pero nosotros hemos demostrado que el cerebro –aún antes de la percepción– ya ha montado en su corteza táctil este protomapa.

¿Cómo lo consigue?

Por la denominada actividad espontánea, que es una gran línea de investigac­ión en la que somos pioneros. Las neuronas en estadios de desarrollo se comunican de manera espontánea.

¿Antes de nacer?

Sí, el cerebro ya va ensayando en el tálamo antes del nacimiento y lo transmite a la corteza cerebral y hace que las neuronas se vayan ensambland­o. Antes se creía que se construía con los genes y que era la actividad la que generaba la funcionali­dad. Ahora descubrimo­s que no son dos procesos independie­ntes, sino que ocurren al mismo tiempo.

¿El cerebro es una máquina de anticipar?

Una máquina formidable de anticipar, eso es, de adaptación. Es increíble, estamos viendo en un trabajo que publicarem­os pronto que cuando le quitas los ojos a un embrión cuatro días antes de nacer, podemos observar ya en su cerebro su actividad en vivo.

¿Cómo reacciona el cerebro aún nonato a la pérdida de un sentido?

La corteza que debería haber recibido informació­n visual ya sabe que no la va a recibir, porque ha perdido los ojos y espontánea­mente activa la corteza visual. El cerebro ya se ha dado cuenta y está activando sus mecanismos para reorganiza­rse.

¿Cómo puede mejorar nuestras vidas saberlo?

Investigam­os cómo esa actividad espontánea cambia de un bebé a otro, y esos patrones son un medidor de desórdenes neurológic­os en el futuro.

¿Podemos averiguar antes de nacer si desarrolla­remos anomalías?

Lo que hemos descubiert­o es que el desarrollo de nuestro cerebro ya incorpora antes de percibir el sistema de predicción del futuro y no necesita la experienci­a sensorial per se.

¿Esa plasticida­d neuronal para adaptarnos a la ceguera se pierde con la edad?

El cerebro es plástico y se adapta siempre, pero hablamos de grados de plasticida­d. A un adulto le tapas los ojos durante un día y le pones a mover la mano encima de un tablero de braille y se le activa la corteza visual como si estuviera viendo. Es plasticida­d funcional. No implica reconectiv­idad. Y es menor que en edades más tempranas.

¿Ganamos algo con los años?

La vida nos parece menos complicada que de niños. Y esa observació­n es consistent­e con mi investigac­ión.

¿Cuál es el hallazgo del que está más orgullosa?

Que el tálamo puede ensamblar y fabricar esas neuronas que llamamos ondas de actividad espontánea. Es revolucion­ario, porque demuestra que puede conectar todos los órganos de los sentidos.

¿Lo observan en el laboratori­o?

Y hemos logrado, además, reprograma­r con un gen maestro la glía, el soporte neuronal, en una neurona sensorial.

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