Europa fuera del radar
El libro de Mauricio Wiesenthal Orient-express, el tren de Europa (Acantilado) puede leerse como un razonado alegato contra el desmembramiento de Europa. El autor –entrevistado hoy en la sección de Cultura– se muestra contrariado por la decadencia de los trenes de trayecto internacional, aquellos convoyes, como el Orient Express, que surcaban sin pedir permiso el continente antes de que los nacionalismos excluyentes se metieran a hacer de guardabarreras. Según Wiesenthal, las tensiones nacionales, junto a la pérdida de la cultura del viaje que propició el auge de los vuelos de corta distancia, y junto a las discrepancias sindicales en los países que surcaba el ferrocarril, dieron un golpe mortal al que fue un eje vertebrador del continente. Parafraseando a su admirado Zweig, de esta manera dejó de fluir sangre por las arterias de la Europa de ayer.
Suele decirse que en momentos de extrema necesidad Europa resurge y da un impulso a su integración. Ahí está el histórico acuerdo del pasado mes de julio por el que se movilizaban 750.000 millones de euros para relanzar la economía. Pero pasan las semanas y se evidencia que la inercia es poderosa. La tendencia centrífuga que juega en contra de las respuestas conjuntas a los problemas comunes se manifiesta a diario en las políticas sanitarias de cada Estado miembro. Al desbarajuste de las cuarentenas se suma ahora otro contratiempo que recuerda mucho la vieja obstinación de los países en tener su propio ancho de vía: el hecho de que no sea Bruselas, sino cada Estado miembro, el que decida qué app de rastreo de contactos va a implantar en su territorio. Este sinsentido restará eficacia al que debería ser un importante instrumento para la contención de la Covid-19. Que Apple y Google hayan sido capaces de aparcar sus diferencias para desarrollar juntas el núcleo de la app que en España recibe el nombre de Radar Covid (la misma que funciona en Alemania) y que no hayan podido hacerlo ya el conjunto de países de la UE es un nuevo indicador de la mala salud de la construcción europea.
A base de desencuentros como este, Europa se acabará pareciendo a aquellos míticos vagones del Orient Express de cuya desventura se ocupa Wiesenthal en su libro y que ahora, convenientemente restaurados, solo sirven para el viaje nostálgico.