La Vanguardia

La lenta reconstruc­ción de la Bosnia del Raval

Punto de inflexión en la zona más degradada de lo que fue el barrio chino, a tiro de piedra de la Rambla

- LUIS BENVENUTY

Punto de inflexión en la Bosnia del Raval. A lo mejor en un par de años la gente deja de referirse de este modo a uno de los últimos restos del barrio chino de Barcelona, al inquietant­e sumidero urbano ubicado entre las calles Arc del Teatre y Lancaster, al extraño agujero negro y ciego abierto a tiro de piedra de la Rambla, el teatro Principal y el Palau Güell.

Ya comenzó la construcci­ón del aparcamien­to del centenar de apartament­os que se levantarán en el solar que desgaja este rincón de Ciutat Vella. Más de una cuarta parte de las nuevas viviendas serán sociales. La idea de los promotores siempre fue montar una especie de nuevo Born más pequeño. Los calendario­s aún son confusos, pero es probable que en un par de años los nuevos apartament­os estén listos. Entre tanto la Bosnia del Raval seguirá recordando a una larga posguerra.

Y justo detrás otros promotores están rehabilita­ndo una finca entera, en realidad dos, que están siendo unidas. En el 16 y el 18 de la calle Lancaster se habilitará­n una veintena de viviendas. En este caso todas de renta libre. Los obreros cuentan que serán unos pisos muy cucos, que ahí dentro casi todo se cae a pedazos, pero que en estas fincas antiguas siempre hay cosas que merece la pena aprovechar. Hacía mucho que ningún propietari­o se gastaba por aquí ni un euro, siquiera en reparar una gotera. Las ventanas tapiadas y las paredes apuntalada­s son parte del paisaje del lugar.

Además, el Ayuntamien­to está reurbaniza­ndo la mayoría de las calles de la zona con el objetivo de extender la recogida neumática de basuras y sobre todo terminar de implantar una plataforma única que invite al paseo ciudadano, termine de pacificar el tráfico y sobre todo anime a alguien a abrir algún negocio, a ser posible de proximidad. Estas obras concluirán a principios del 2021. El Consistori­o confía en que la edición de ese año del programa municipal de bajos de protección oficial propicie la apertura de al menos un par de comercios de proximidad. La mayoría de los locales de la zona están vacíos desde hace mucho. La pandemia no tuvo nada que ver con esta desertizac­ión.

Y la guinda será la rehabilita­ción de los edificios municipale­s del 7, 9 y 11 de Lancaster. Muchos inquilinos denuncian que en estas fincas se hallan puntos de venta de droga, viviendas ocupadas y pisos patera donde se hacinan lateros. “La anterior dueña nunca hizo nada por conservar los pisos. Aquí siempre vivió gente humilde, y poco a poco todo se desmadró y degradó”. A pesar de ello los fondos les echaron el ojo. El Ayuntamien­to los compró en el 2017 para combatir la gentrifica­ción. Muchos vecinos confiaban en que la rehabilita­ción comenzara más o menos por estas fechas. “Ahora se está redactando el proyecto”, matizan fuentes municipale­s. Así que aún faltan unos cuantos años para que la Bosnia del Raval pueda tomarse su guinda. Los inquilinos municipale­s están hasta las narices.

Aquí otrora se erigía un barrio de verdad. Con sus cosas (muchas) pero también con su peluquería, con su panadería, con su cooperativ­a de legumbres... De entonces apenas quedan vestigios, como el Kentucky, el que fuera uno de los bares preferidos de los marines estadounid­enses. Y un mal día un técnico confundió los planos de la galería de un piso con los de un patio a pie de calle, y el dueño del piso en cuestión no estaba dispuesto a que desgajaran su casa , y el plan urbanístic­o de reparcelac­ión de impulso privado aprobado por el Ayuntamien­to en el 2003 quedó encallado más de 15 años. La zona se llenó de ratas, ocupas de todo, pisos turísticos ilegales y asociacion­es culturales que en verdad funcionan como bares.

Al final algunos de los promotores del centenar de apartament­os tipo Born se hartaron de esperar a la justicia y compraron el piso del vecino que no quería desgajar su casa. De manera que el descubrimi­ento de unos restos arqueológi­cos en el solar al se antoja este verano un inconvenie­nte menor, una menudencia. El Ayuntamien­to ya echó un vistazo y todo apunta que allí no hay muchas cosas que preservar. Hablamos de restos de estructura­s domésticas de la época moderna con algún elemento medieval. Los técnicos lo están documentan­do todo. Es que en el Raval, en cuanto levantas una piedra, afloran un montón de historias del pasado.

Las obras de nuevos pisos y la reurbaniza­ción de las calles traen la esperanza a este agujero negro

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KIM MANRESA El plan de reforma de este rincón del Raval estuvo más de tres lustros en el aire
 ?? KIM MANRESA ?? Obras de reurbaniza­ción de la calle Est
KIM MANRESA Obras de reurbaniza­ción de la calle Est

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