Atípica cosecha de manzana
Mascarillas, gel hidroalcohólico, tomas de temperatura, grupos estables de 15 personas, la nueva normalidad del temporero de Girona
Los temporeros Boubker Boultan y Abdelkader Belhadi comparten a diario el viaje en coche desde La Bisbal d’empordà, su lugar de residencia, hasta Ullà, donde hace años trabajan en la campaña de recolección de la manzana que ha empezado esta semana. Pero este año nada es igual a los anteriores. La máscara que no se quitan en sus ocho horas de trabajo es la diferencia más visible que deja esta primera campaña de la era Covid-19, pero hay muchas otras: lucen un chaleco, en su caso fosforito, que les diferencia de otros grupos de trabajadores. “No se mezclan, y en caso de que se detecte un positivo se aislará al grupo concreto y no se tendrá que paralizar a toda la empresa”, dice el empresario agrícola Jordi Bagudà, socio de la cooperativa Girona Fruits, que forma parte de la Indicación Geográfica Protegida Poma de Girona. En las 10 hectáreas de manzanos que tiene en Ullà trabajan estos días unas 30 personas, divididas en dos cuadrillas de 15. Cada una con un chaleco de distinto color. Los jornaleros tienen también un petate con un número identificativo donde, al finalizar la jornada, guardan sus pertenencias como el peto, las botas o la gorra.
Los temporeros trabajan por parejas, que el empresario intenta agrupar en función del lugar de residencia, de si viven bajo el mismo techo o si comparten transporte. Y mientras recolectan la fruta en grupos de dos, siempre hay una distancia de entre 1,5 y 2 metros. La pareja de temporeros más cercana estará a cuatro metros porque este año dejan una hilera de árboles frutales vacía para respetar la distancia.
Los temporeros se han habituado a la nueva normalidad del campo: nada más llegar, a las 7 de la mañana, toca el primer control de temperatura. Por la tarde, cuando regresan a la plantación tras comer, hay el segundo. Una de las primeras cosas que hacen cuando llegan a la plantación es lavarse las manos con gel hidroacohólico. “Tomamos todas las medidas necesarias; tengo niños en casa y me preocupo”, dice Boubker, contratado desde el pasado mayo para trabajar en aclareo de los manzanos. La campaña de la manzana se alargará hasta principios de noviembre. El resto del año trabaja de repartidor y jardinero.
Boubker y Abdelkader forman parte de los 1.500 temporeros fijos discontinuos que trabajan en los campos de Girona, principalmente en la zona del Empordà, la Selva y el
Un hostal y dos casas de colonias servirán para atender a los posibles positivos y a sus contactos
Gironès. Otros mil se contratarán a medida que avance la campaña, que se alargará hasta noviembre. La mayoría de estas nuevas contrataciones serán de personas que viven en municipios cercanos y solo una pequeña parte se hará en origen, en países como Marruecos o Rumanía.
Cuando un trabajador dé positivo deberá acudir a su CAP de referencia, donde se ha creado la figura del responsable de temporeros, encargado de realizar el seguimiento del colectivo. A la espera de tener los resultados de la PCR, el temporero que no pueda garantizar un aislamiento domiciliario permanecerá en un hostal de Vilademat. Si la PCR da positivo y los síntomas son leves, hará cuarentena en una casa de colonias en Cabanes. Los pacientes que presenten síntomas que requieran una mínima intervención sanitaria serán derivados a un alojamiento de Girona y una casa de colonias de Pontós será el alojamiento para los contactos de un caso positivo cuya PCR haya dado negativo y no puedan hacer la cuarentena en su vivienda habitual.
La presidenta del Consell Comarcal del Alt Empordà, Sònia Martínez, explica que este plan, impulsado por empresarios, municipios y la Generalitat, “es una garantía para contener brotes y evitar que se reproduzcan situaciones vividas en otros territorios”.