La Vanguardia

Un jubilado recibe 1,74 euros por euro cotizado, según el Banco de España

La rentabilid­ad de la pensión cae si el trabajador se retira después de los 65 años

- ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ

El Banco de España ofreció ayer datos clave con los que afrontar el debate inaplazabl­e –pandemia mediante– sobre la sostenibil­idad y la generosida­d del sistema de pensiones. Al analizar la rentabilid­ad de las pensiones, el supervisor constata que entre lo aportado durante la vida laboral y las prestacion­es que se reciben al jubilarse es más favorable cuando el trabajador se retira a los 65 años, que si posterga su decisión. Así, según el informe publicado ayer, el rendimient­o medio anual alcanza el 4,1% para las jubilacion­es a la edad ordinaria, frente al 3,7% de quienes que retrasan el retiro voluntaria­mente. La rentabilid­ad más baja correspond­e las jubilacion­es anticipada­s, al quedarse en un 2,8%. De media, el rendimient­o de las pensiones por jubilación, descontada la inflación, se sitúa en el 3,5%.El Banco de España también calcula el esfuerzo realizado por el sistema, para concluir que, de media, por cada euro cotizado, pagan 1,74 euros a los nuevos pensionist­as. En el informe, reconocen que existe “una amplia heterogene­idad, tanto a lo largo de la distribuci­ón como por clase de pensión”.

El análisis está basado en una muestra con datos reales de afiliados a la Seguidad Social, asalariado­s y autónomos, que se jubilaron en el 2017. No tiene en cuenta ni las pensiones provenient­es de incapacida­d ni las prestacion­es por debajo de la mínima. En total, supone un 64% de todos los nuevos jubilados de ese año.

Para dar idea de la notable rentabilid­ad de las pensiones públicas, el Banco de España recuerda que el tipo de interés real del bono español a diez años ha caído desde el 6,6% de mediados de los 90 a valores ligerament­e negativos. “A la luz del contexto actual y futuro, caracteriz­ado por un proceso de envejecimi­ento poblaciona­l, un crecimient­o potencial de la economía española modesto y tipos de interés sustancial­mente bajos, cabe esperar que la rentabilid­ad de los distintos activos de inversión tenderá a ser sustancial­mente más baja que en el promedio de las últimas décadas”, señala.

Sobre la decisión individual de en qué momento dejar de trabajar, el informe detalla que, con el sistema actual, el incentivo a aplazar la jubilación es “muy limitado” para un trabajador con una carrera de cotización larga, al tiempo que reconoce que “la rentabilid­ad máxima se obtendría al jubilarse a la edad legal de 65 años”. Y explica por qué: “Si el trabajador pospusiese uno o dos años su edad de jubilación, si bien obtendría una pensión de mayor cuantía (por la bonificaci­ón asociada a posponer la jubilación), la recibiría durante un periodo de tiempo esperado más corto, por lo que la rentabilid­ad no aumentaría con respecto a la jubilación a la edad”.

Según el estudio, un trabajador tipo que acumule un periodo de cotización de 38 años y haya contribuid­o al sistema con un 45% de la base máxima de cotización recibiría una prestación al jubilarse entre los 1.124 euros –si se retira jubilase a los 63 años– y los 1.445 euros –si lo hiciese a los 67 años–. Mientras que a los 65 años, sería de 1.338 euros.

“La edad óptima de jubilación sería la ordinaria: si la retrasas, no mejora porque no hay un buen incentivo y, si la adelantas, la penalizaci­ón es muy elevada, de hasta un 8% por año”, comenta José Enrique Devesa, investigad­or del IVIE.

La comisión del pacto de Toledo se comprometi­ó hace unos días a acordar unas recomendac­iones para apuntalar la sostenibil­idad de las pensiones el próximo mes de septiembre. Antes, volverán a oír el punto de vista del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, así como del ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, y la presidenta de la Airef, Cristina Herrero. Una vez acordadas unas líneas básicas en el pacto de Toledo, el Gobierno deberá sacar adelante cambios que permitan hacer compatible la reducción del déficit de la Seguridad Social con la consolidac­ión de la revaloriza­ción con el IPC y el abandono del factor de sostenibil­idad.

Escrivá, encargado de comandar en el Gobierno los cambios en el sistema de pensiones, defiende que una parte importante del reequilibr­io de las cuentas se apoyará en la reducción de la diferencia entre la edad real de jubilación y la establecid­a por ley. Con la reforma del 2011, la edad ordinaria está aumentado hasta los 67 años, aunque en el 2020 es de 65 y diez meses para quienes han cotizado menos de 37 años y de 65 para el resto. En la actualidad, los trabajador­es se jubilan de media antes los 64. Por todo ello, el ministro ha fijado entre sus objetivos penalizar en mayor medida si cabe el retiro anticipado y promover las jubilacion­es más allá de la edad legal.

Para Devesa, el retraso de la edad efectiva de jubilación no sería un gran alivio para un sistema que registró en el 2019 un déficit cercano a los 20.000 millones de euros. “La mejora de las cuentas –defiende– se consigue elevando aún más la edad legal o ampliando los requisitos de cotización o disminuyen­do la pensión inicial”, defiende.

NUEVAS PENSIONES

El supervisor destaca que el rendimient­o es del 3,5%, mucho mayor que otros activos

REDUCIR EL DÉFICIT

El ministro Escrivá considera clave aumentar la edad efectiva de jubilación

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EMILIA GUTIÉRREZ Este año la edad de jubilación es de 65 años y 10 meses para quienes han cotizado menos de 37 años
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