La Vanguardia

El final de la pesadilla

- Mariano Guindal

El prestigios­o banco de negocios norteameri­cano Goldman Sachs atisba el final de la pesadilla. Hace unos días predijo que al menos una vacuna se aprobará este año y será distribuid­a masivament­e a mediados del 2021. Esto supondría un fuerte crecimient­o económico a partir del primer trimestre del año. Es decir, la tan deseada salida en V. El pronóstico parece confirmars­e después que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, haya anunciado que ha registrado la primera vacuna contra la Covid-19. Cuando todo parecía perdido se ha producido el vuelco. Dios aprieta, pero no ahoga.

España, que se había quedado rezagada en la recuperaci­ón económica, puede coger el tren de la historia. Los 140.000 millones de ayuda que recibirá de la UE y de los masivos préstamos a un bajísimo interés gracias al aval del BCE suponen una oportunida­d única. Sería totalmente imperdonab­le que el Gobierno no obtuviera los apoyos necesarios para sacar adelante los presupuest­os de la reconstruc­ción. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se ha comprometi­do a presentarl­os en el Parlamento antes del 30 de septiembre. Un apoyo masivo, al margen de ideologías e intereses partidista­s, a las cuentas del Reino sería muy bien recibido por Europa y por los inversores.

No solamente se puede hacer frente a la pandemia minimizand­o sufrimient­o y pérdidas humanas, sino que además podríamos aprovechar y colocarnos en el grupo de cabeza de la revolución tecnológic­a haciendo de la necesidad virtud. No solo saldríamos de la recesión con cierto garbo, como dice la ministra de Economía Nadia Calviño, sino que se podrían afrontar una serie de inversione­s muy potentes para recuperar el tejido industrial que habíamos perdido.

No se trata de regresar a la industria tradiciona­l sino de alcanzar la nueva industria imbricada con los servicios gracias a la digitaliza­ción, la robotizaci­ón, la inteligenc­ia artificial, etcétera; y una apuesta decidida por el cambio climático, como por ejemplo el coche eléctrico o los vehículos autónomos y nuevas formas de energía, etcétera. En definitiva, una nueva economía sostenible para el siglo XXI.

Pero para que esto sea posible habrá que invertir en infraestru­cturas físicas y, sobre todo, humanas como son la enseñanza y la educación. Todo ello va a exigir una enorme capacidad de gestión que el Gobierno y el sector público por sí solos no tienen. Por esto es vital que tengan en cuenta a la iniciativa privada, se necesitan gestores además de economista­s. Ya no se trata de colaborar con un gobierno socialcomu­nista, ni de hacerle el caldo gordo a un presidente tan polémico como Pedro Sánchez, sino de sacar adelante el país como ocurrió en 1959 con el Plan de Estabiliza­ción. Joan Sardá Dexeus y su equipo no eran franquista­s, simplement­e hicieron lo que considerar­on correcto.

Tal vez todo termine siendo como el cuento de la lechera y se quede en agua de borrajas, aunque no lo parece. Pero en cualquier caso es una gran oportunida­d tanto para el Gobierno como para la oposición, para la clase política.

Sería imperdonab­le que el Gobierno no obtuviera los apoyos para los presupuest­os

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