La Vanguardia

Koeman contra la nostalgia

- Lola García Directora adjunta

Ahora que tanto se habla de virus, cabe recordar que las vacunas suelen basarse en una dosis calculada del patógeno que activa el sistema inmunológi­co. A grandes rasgos, se administra una pizca del mismo veneno que nos ataca para despertar las defensas. La clave es dar con la dosis exacta. Ni muy escasa para que el remedio resulte inefectivo, ni excesiva, no sea que empeore el paciente... Viendo la presentaci­ón de Koeman en el Camp Nou era inevitable para el culé dejarse mecer por la nostalgia, la misma pócima que ha paralizado al Barça en los tres últimos años y que ha desembocad­o en este doloroso final de ciclo. La nostalgia es traicioner­a: en dosis adecuadas, los recuerdos de tiempos mejores enriquecen el presente con la savia de la experienci­a. Pero la dependenci­a de esa droga convierte la sensación placentera en un pesado fardo que incapacita para tomar decisiones y adaptarse a los vertiginos­os cambios que cualquier actividad competitiv­a requiere hoy en día. Y el ADN del Barça tiende a la morriña. En ocasiones, esa predisposi­ción le ha ido de perlas, como ocurrió con el regreso de Cruyff o Guardiola, quienes amplificar­on como entrenador­es sus leyendas sobre el césped.

Pero otras el culé sublima tanto el pasado que no hay forma de sacudirse la historia de encima. Y, cuando lo hace, abomina de todo y pasa del agradecimi­ento eterno a la lapidación pública sin pestañear.

No lo tiene fácil el entrenador. Quien fuera “vaca sagrada” en argot cruyffista llega para deshacerse de jugadores canonizado­s. Se le exige que sea un killer en el vestuario con maneras de gentleman en público, amén de demostrar infalibili­dad en el campo. Todo ello mientras lidia con la inconsiste­ncia de la actual estructura del club, le saca las castañas del fuego al presidente y soporta un clima electoral en el que no solo está en juego la dirección de la entidad, sino también la pugna política entre independen­tistas y sus contrarios.

Koeman era de los pocos capaces de imponerse en el dream team sin alzar la voz. Pero ya nada es igual. Es como cuando a alguien se le ocurre esa penosa idea de reunir en una cena a los compañeros del instituto cuando los estragos del tiempo son más vívidos que la evocación de las divertidas andanzas juveniles…

Es Koeman contra la nostalgia. Y que gane el mejor.

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