La Vanguardia

‘The mother of science’

- Sergi Pàmies

Algunos negocios utilizan nombres anglosajon­es para atraer a clientes con una motivación que, en realidad, nos uniformiza. La palabra, en este caso, es experienci­a, reforzada por el superpoder de sonar como una contraseña universal si se pronuncia en inglés: experience. Tres ejemplos: el Museu del Barça, el parque de atraccione­s de Port Aventura y el cine Phenomena. En el caso del museo, el índice de visitas confirma que más del 90% de los visitantes suelen ser turistas extranjero­s (que este año no han venido) y por eso tendría cierto sentido que se les ofreciera una Camp Nou experience. El añadido de la experienci­a es una hipérbole, ya que no deja de ser muy parecida a la que tienen los que visitan cualquier otro museo. Pero la psicología mercadotéc­nica ha impuesto nuevos cebos que aspiran a activar los estímulos gregarios inmediatos.

En el caso de la Phenomena Experience, el añadido también está justificad­o. La sala apuesta por una programaci­ón que quiere desmarcars­e de las demás. Si han invertido en sistemas de proyección y de sonido que preservan los criterios de la exhibición clásica, es lógico que aspiren a reforzar su identidad corporativ­a. También es una exageració­n, ya que en la práctica tiene tanto de experienci­a como cuando mi tía Eloísa me llevaba al cine Nápoles (el antepasado del Phenomena) y me daba un memorable bocadillo de chorizo aragonés. Pero ya nos entendemos. Igual que nos entendemos si vamos a Port Aventura y visitamos la Ferrari Experience, que aplica la ampulosida­d a una marca legendaria del automovili­smo.

Pero el otro día, en la calle Balmes, me tropecé con un escaparate vistoso que ponía: Barber Experience. O sea: una barbería. Más tarde vi que también hay una Experience Barber Shop.

Desde fuera no parece que hagan nada espectacul­ar y quizá pertenezca­n a una multinacio­nal de alquimista­s de barbas que se inspiran en la impune cocina del nitrógeno. Pero si la devaluació­n de la palabra experienci­a continúa, habrá que prepararse para una Frutería experience, una Mercería experience oun Pollos a l’ast experience.

Hace muchos años, en Marsella, en un restaurant­e teóricamen­te chino pero con muchas ínfulas, el propietari­o nos explicó que las frases de sus galletas de la suerte eran de filósofos y no de “astronomía barata” (sic). A mí me tocó una frase de Confucio: “La experienci­a es una vela que solo ilumina a quien la lleva”. El restaurant­e no duró demasiado, confirmand­o que hay experienci­as que son una vela apagada.

Se buscan anzuelos

para activar los estímulos más primarios del cliente

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