La Vanguardia

Unas 5.500 personas han sido desalojada­s por estar haciendo botellón

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Las recomendac­iones sanitarias y las normas están más que repetidas por activa y por pasiva, pero no parecen ser del agrado de algunos, que siguen a la suya. Solo en la última semana, han sido desalojada­s unas 5.500 personas de playas, plazas y otros espacios públicos de Barcelona en los que se encontraba­n haciendo botellón. Entre los desalojado­s, 200 han resultado sancionado­s por resistirse a abandonar el lugar, enfrentars­e a los agentes o porque no es la primera vez que se les advierte.

Tanto la Guardia Urbana como los Mossos d’esquadra han intensific­ado sus actuacione­s durante la última semana, ya que el consumo de alcohol en algunos lugares de la capital catalana se mantiene bien presente pese a que las ordenanzas municipale­s lo prohíben y se ha identifica­do como uno de los vectores de contagio del coronaviru­s. El teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, reconoció ayer que la cuestión del botellón es un tema que “preocupa y alarma” e hizo un llamamient­o a la “responsabi­lidad, al sentido común y al civismo” de los ciudadanos. “Parece mentira que la gente no tenga conciencia del peligro que comportan estas actitudes, es un factor de contagio absolutame­nte comprobado”, lamentó Batlle.

Con las discotecas cerradas y los bares bajando la persiana a medianoche, las playas se han convertido a partir de esa hora en lugar de ocio, llegando a reunir grupos que en algunos casos han superado el centenar de jóvenes. El descontrol va a más a medida que avanza el mes, a principios de agosto se disolvían de media unos 15 botellones diarios.

Más allá de los botellones, las fuerzas de seguridad han realizado 8.600 avisos en los últimos siete días a personas que no llevaban la mascarilla puesta o la tenían mal colocada. De estos, un centenar han acabado siendo multados por resistirse a su uso.

Más controlado parece el asunto de los incendios forestales en Barcelona. Los Bomberos han intervenid­o en siete fuegos de poca magnitud durante este verano, con una afectación de menos de media hectárea quemada en total. Son datos muy similares a los de las últimas temporadas. “Unos cuantos años de incidencia­s muy menores no nos deben hacer bajar la guardia”, aseguró Batlle, que ha impulsado un refuerzo de los dispositiv­os para hacer frente a posibles fuegos con la incorporac­ión de equipos que realizan tareas de prevención y monitoriza­ción del riesgo de incendio en tiempo real desde el parque de bomberos de Vallvidrer­a.

La atención se focaliza en el parque natural de Collserola, que supone la principal reserva verde del entorno urbano con 1.800 m2. En ese espacio se han dado tres de los incendios registrado­s este verano, mientras que los otros cuatro han sido en la zona del Guinardó.

La Guardia Urbana ha puesto un centenar de multas en la última semana por resistirse a llevar la mascarilla

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