Otra referencia
Quedan aún algunos conciertos de este ciclo estival del Palau de la Música con la posibilidad de escuchar a destacados jóvenes intérpretes que, en una programación habitual llena de “estrellas”, no tienen lugar. Atención al próximo (día 20) Joel Bardolet y Marc Heredia, y la Sonata de Franck, esencia modernista.
Es una experiencia única –unos doscientos espectadores habituales– que hacen suya una de las salas de música más espectaculares del mundo. Ahora fue la ocasión de escuchar a la joven pianista catalana María Canyigueral, que sorprende por sus cualidades técnicas y por la búsqueda de carácter y expresión en las obras, en un programa muy bien planteado, de alto nivel de dificultad, con obras de Bach, Haydn, Beethoven, y de Montsalvatge la Sonatine pour Yvette –con Yvette en la sala. Una excelente y intensa versión con un cuidado aprovechamiento de las armonías flotantes subyacentes y de los brillos. En manos de buenos pianistas se ven las cualidades de una gran obra.
La sesión se abrió –y se cerró con propina (BWV 853) igualmente atractiva e introspectiva– con Bach, elegante Preludio yla Fuga en Do # menor (BWV 849), sensibilidad en la pulsación, plena de inflexiones y tratamiento de las voces y reconfortante reposo en la armonía.
Siguió la Sonata Mi menor (Hob XVI:34) de Haydn, versión con brillo, en la que quizá –si se me permite– cabría realzar en el fraseo guiños que Haydn hacía a su audiencia cortesana y burguesa aprovechando las repeticiones. Una obra scarlattiana, y en plan de sugerir, creo que este autor iría muy bien a la pianista que ha mostrado ya su sensibilidad en Granados en ocasiones anteriores.
A la brillante versión de Montsalvatge –cuyo Allegretto disfrutamos nuevamente en las propinas– siguió una obra magna de Beethoven, la Sonata n.º 13 Mib mayor op 27 n.º 1 (Quasi una fantasía) en la que Canyigueral dejó ver su capacidad de buscar sonoridades, como la sutil de los acordes iniciales (nuevamente esa tensión que deja percibir la sensibilidad en el toque), y el color con un fraseo elegante y muy en carácter con la intensidad que demanda la obra. Una Sonata plena de dificultades que necesita rodaje, y por ello estos jóvenes intérpretes deberían figurar en las programaciones catalanas y estatales. No entiendo que auditorios importantes de Catalunya no apuesten –cierto, el público prefiere los nombres aunque sean viejas glorias– por este patrimonio singular de que disponemos.