La Vanguardia

Máquina total

El Bayern golea al inexperto Lyon y jugará la final de la Champions contra el PSG

- ROBERTO RODRÍGUEZ

Una máquina infalible, modernizad­a y voraz. Un sepulturer­o escrupulos­o es este Bayern, que ante el Lyon presumió de nuevo de su renovada soberbia futbolísti­ca para inscribir su nombre con galones en otra final Champions. La undécima para ellos. En esta fase final de Lisboa han patrimonia­lizado ya el derecho al triunfo a base de eficacia. La que tuvieron contra el Barça y la que les permitió superar la engañosa prueba del Lyon. Los de Flick fabricaron un nuevo best seller en una noche de semblante incómodo en el inicio. Pero Gnabry, estrella invitada para la ocasión, evitó la sorpresa con dos zarpazos certeros. Desde el 2013 no estaban tan cerca de la gloria los bávaros. El PSG será el domingo su último obstáculo para que recuperen su trono.

El Bayern fue una vez más ese equipo que vive en la ingravidez, que dispone de capacidad para ser sumamente extroverti­do y vertiginos­o en todos sus ataques y que, sin embargo, alberga precisión en las áreas. Un poderío coral renovado por la frescura de estrellas sobrevenid­as como el lateral Alphonso Davies (Semedo no olvidará de lo que es capaz el canadiense), o el extremo Gnabry, cuyo semblante, con mostacho incluido, le asemeja más a un vaquero del oeste americano que a un futbolista moderno.

La ansiedad ofensiva alemana se encontró en el inicio con el ejercicio de superviven­cia que había planteado Rudi Garcia. Pese a ser el Lyon un equipo con menor finura, de naturaleza prudente y vertical, consiguió que su rival bávaro frunciese el ceño ante la sensación de peligro permanente que transmitía su defensa adelantada. El Bayern proponía pero era el Lyon el que disponía. Se le veía el colmillo al equipo francés, séptimo en su liga pero imponente en esta Champions. Erró Memphis en el mano a mano ante Neuer y Ekambi se encontró con el poste en un remate a quemarropa dentro del área.

Necesitaba el balón el equipo de Flick, cuya máxima, casi una premisa motivacion­al, es acaparar el mayor protagonis­mo posible. Ante el Lyon no fue distinto. Por deseo propio y por concesión del rival. No obtuvo ese privilegio sin embargo hasta que Gnabry desenfundó desde el borde del área un disparo impecable. Se marchó de tres rivales antes de enviar el balón al ángulo y empezar a hacer sentir inferiores a los franceses. Minutos después hizo el segundo tras otra cabalgada excelsa de Davies que no acertó a rematar a gol Lewandowsk­i.

Los tantos invitaron a la reflexión a ambos equipos. El Bayern desaceleró su ambición ofensiva y el Lyon perdió fe en sus opciones. Las áreas no volvieron a ser protagonis­tas hasta el segundo tiempo, cuando el equipo de Garcia dio un paso adelante, aunque sería Lewandowsk­i el que pondría la puntilla en la recta final.

En noviembre el gigante alemán parecía en ruinas. Se miraba en el espejo con estupor. Hoy, de la mano del prestidigi­tador Flick, está en la undécima final de su historia en la Champions y persigue su segundo triplete. Eso sí, la única vez que los alemanes derrotaron a los franceses en semifinale­s, cayeron en la final.

PARA LA HISTORIA

El Bayern alcanza su undécima final en Champions, solo superado por el Real Madrid

GRANDES NÚMEROS

Gnabry, con sus dos goles, suma nueve y es ya el tercer máximo goleador de esta Champions

 ?? EFE ?? Thomas Müller grita con rabia uno de los goles de Serge Gnabry, el gran protagonis­ta de la noche
EFE Thomas Müller grita con rabia uno de los goles de Serge Gnabry, el gran protagonis­ta de la noche

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