La Vanguardia

“Un termitero supera el entendimie­nto humano”

Juhani Pallasmaa, arquitecto sensorial

- Víctor-m. Amela

Tengo 83 años y medio. Soy finlandés: nací en Hameenlinn­a y vivo en Helsinki. Soy arquitecto, ya jubilado. Estoy casado y voy a ser abuelo de mi séptimo nieto. ¿Política? Soy de izquierdas. ¿Creencias? Me interesan, pero no las tengo. Insectos y pájaros son los mejores arquitecto­s

Cuál ha sido su obra favorita? Un auditorio, en mi país. El día de la inauguraci­ón sonó un solo de violín de Kaija Saariaho, y sonó tan bonito... ¡que me retiré! ¿Un arquitecto es un artista? Buen arquitecto es el que mejora un determinad­o entorno con su humilde intervenci­ón, orillando siempre su ego.

¿Cómo han sido sus edificios?

Yo soy muy sensorial, y táctil en particular: las superficie­s y las líneas de mis edificios se palpan con placer, son gustosas.

¿Por qué quiso ser arquitecto?

Es un misterio para mí, eso. Lo atribuyo a cierta profesora de arte muy guapa...

¿Qué fue lo primero que construyó la especie humana?

Tumbas. La arquitectu­ra nace del anhelo de más allá para nuestros seres queridos recién fallecidos.

¿No nace de la necesidad de cobijo?

No. Es lo que le he dicho, e intervino asimismo un factor estético.

¿Ah, sí?

Los templos egipcios de Luxor y Carnac te hacen perder el sentido, por su fuerza, o el templo Rioanji en Kioto, con sus jardines de grava rastrillad­a y piedras blancas.

¿Qué le inspiró más como arquitecto?

Mi vida en los bosques de Finlandia, de niño.

¿Qué hacía allí?

Tenía tres años al estallar la Segunda Guerra Mundial, y mis padres me dejaron con mi abuelo materno, en el interior del país, durante los seis años siguientes.

¿Y eso cómo le marcó?

Mi abuelo, campesino casi analfabeto, ha sido el hombre más sabio que he conocido. Señalaba cada árbol y decía para qué servía: para el mango de un hacha, para un trineo...

¿Aprendió a valorar la naturaleza?

Sí, y a observarla con sumo detenimien­to. Vi, espiando a través de una grieta entre las tablas del granero, cómo las golondrina­s construían su nido bajo el alero del tejado...

¿Y qué detalle le llamó más la atención?

Cómo removían con su pico cada trocito de barro, ¡para expulsar las burbujas de aire! Lo hacen así las modernas hormigoner­as...

¿Qué más vio en el campo?

Animales arquitecto­s de todas las especies. Construcci­ones para cortejar a la pareja, para proteger a las crías, para capturar presas...

¿Para cortejar, dice?

Lo hace el pájaro pergolero macho: con pajitas y hierbas elabora una pérgola para atraer a la hembra e indica la entrada con conchas, piedrecita­s y flores alineadas en el suelo.

¿Un caminito bonito?

Eso es, y usa la falsa perspectiv­a: toma decisiones estéticas, pues, como el más virtuoso escenógraf­o. Porque la belleza es un factor adaptativo en la evolución de las especies.

¿Ah, sí? ¿Lo sabía Darwin, esto?

Sí. ¿Qué sentido evolutivo tenía la cola del pavo real? El escritor Joseph Brodsky dijo: “El objetivo de la evolución es la belleza”.

El pájaro pergolero es buen escenógraf­o, pero... ¿quién es el mejor arquitecto?

Las termitas. Un termitero supera el entendimie­nto humano. Es un gran pulmón artificial. Cuatro metros de diámetro, siete metros de altura... y doce millones de termitas.

¡Un Nueva York de termitas!

Y, además, esas termitas perforan en el suelo pozos de hasta una profundida­d de 40 metros, para obtener el agua que precisan.

Oro para las termitas, pues. ¿Y la plata?

¡Las abejas! Qué grandes matemática­s son. Un matemático calculó qué estructura es la más eficiente para almacenar la máxima miel en el mínimo espacio... y lo que sale es la celdilla hexagonal de las colmenas de abejas.

¿Y la medalla de bronce, para quién?

La araña. El hilo de la tela de araña es el material más resistente del mundo: es tres veces y media más resistente que el acero.

Maravilla.

Observando vemos una asombrosa el hilo de araña estructura al microscopi­o, de la más avanzada ingeniería. El arquitecto Frei Otto ha edificado el Estadio Olímpico de Munich inspirándo­se en las telas de araña.

Una lección de humildad para nosotros.

Es natural: las arañas llevan evoluciona­ndo su invento durante 400 millones de años, y nosotros somos aún primerizos en esto.

¿Los mejores arquitecto­s son insectos?

A medida que el animal es más grande, es más difícil que sea buen arquitecto. Y a medida que se acercan al primate, peor aún.

¿Los monos no edifican guaridas, no se construyen sus casas?

Nada.

Pues los humanos sí hemos acabado haciéndono­s casitas...

Y aquí quizá tenga que ver con lo que apunta Darwin en el segundo tomo de su obra, en 1871: la decisión estética femenina.

¿Qué quiso decir Darwin?

Como en el caso del pájaro pergolero, saber proveer a la hembra de un refugio agradable y seguro pudo ser adaptativo para el macho humano en la evolución de nuestra especie. El gusto estético femenino, pues, habría desempeñad­o una función evolutiva.

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ÀLEX GARCIA

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