Tarragona desaloja el edificio que atemorizaba un barrio
Un centenar de policías desalojan a 34 personas y tapian quince pisos de un bloque tras siete años de torpedear la convivencia del Serrallo
Los vecinos del Serrallo, el barrio marítimo de Tarragona, enclave de pescadores y reputados restaurantes, dormirán y vivirán a partir de ahora más tranquilos. Una macrooperación policial coordinada por la Guardia Urbana (30 agentes) con el apoyo de los Mossos d’esquadra (80) y la Autoridad Portuaria, acabó ayer por la mañana con la ocupación de un edificio casi al completo.
El bloque, conocido como el Rancho Grande, se había enquistado como foco de delincuencia, altercados, trapicheo de drogas y problemas de convivencia en un barrio antaño tranquilo y con mucha gente mayor. Aunque no todos los inquilinos eran conflictivos, algunos de ellos habían protagonizado incluso una batalla campal, el pasado junio, con palos, cuchillos y agresiones en la calle y a pleno día.
Los policías levantaron de la cama a los ocupas, sobre las siete, para no darles tiempo de reacción. Les dieron la opción después de poder retirar sus pertinencias. Una hilera de furgones policiales tomaron la calle Sant Andreu para hacerse fuertes en el edificio, en el n.º2.
“Habrá un antes y un después en el Serrallo. La situación se había enquistado desde hacía años. Se recuperará la convivencia”, destacó Xavier Puig (ERC), portavoz municipal, desplazado al Serrallo. La actuación policial, sin incidentes violentos, se produjo ante la mirada de satisfacción de parte de los vecinos, hartos durante años de denunciar los problemas de convivencia, las peleas y los altercados. Los 34 desalojados, con algunos menores, recogieron sus enseres poco antes de que los operarios municipales tapiasen quince de los 32 inmuebles. “Día importante para el Serrallo. Muy importante para recuperar el barrio para el barrio”, dijo Josep M. Cruset, presidente del Port de Tarragona.
Tras años de quejas e intentos fallidos para atajar el problema, el Ayuntamiento ha logrado la orden judicial de desalojo al acreditar que existía riesgo de incendio en los pisos ahora desocupados. Todos tenían la luz pinchada en chapuceras instalaciones.
Falta ver qué pasará ahora con los ocupas más conflictivos, que no han aceptado la ayuda ofrecida por los servicios sociales para encontrar un alojamiento provisional. El propio alcalde, Pau Ricomà (ERC), admitió en junio que había una “conexión” entre el Rancho Grande y los problemas de ocupación, incivismo y delincuencia que persisten en la Part Alta.
En el centro histórico, donde hace un par de semanas otra ocupación, en la plaza de los Sedassos, originó un incendio, están sufriendo los efectos de la ocupación, con otro foco de delincuencia en la calle Ferrers. “Estamos asustados”, explica un vecino a este diario. Temen que algunos de los desalojados del Serrallo se trasladen a la Part Alta y recuerdan que algunos de los ocupas del casco antiguo vinieron del Rancho Grande; no obstante, dicen estar esperanzados al ver la contundencia de la operación policial en el Serrallo. “Vemos la luz”, añaden.•
INSEGURIDAD E INCIVISMO
La ocupación, foco de delincuencia y altercados, originó una batalla campal en junio
MIEDO EN LA PART ALTA
Vecinos del centro histórico temen que los desalojados se trasladen a sus calles