Rusia cede y autoriza trasladar al líder opositor Navalni a Alemania
Los médicos rusos aseguran no haber encontrado rastros de veneno
Los médicos del hospital ruso de Omsk, donde fue ingresado el líder opositor Alexéi Navalni tras ser víctima presuntamente de un envenenamiento –así lo han denunciado sus colaboradores–, cedieron ayer finalmente a las presiones y autorizaron el traslado del paciente a Alemania. Los médicos rusos aseguran no haber hallado ningún rastro de veneno en la sangre de Navalni.
Mientras el opositor ruso Alexéi Navalni se debatía entre la vida y la muerte en un hospital de la ciudad siberiana de Omsk, equipos médicos de Rusia y Alemania (y seguramente también instancias políticas) emplearon ayer todo el día tirando de la cuerda para decidir cómo tratar a un hombre que lleva dos días en coma. Su familia y entorno, que sostienen que fue envenenado por sus actividades políticas, pedían sacarlo de Rusia para recibir un mejor tratamiento. De hecho, un avión enviado por una fundación alemana esperaba en el aeropuerto para trasladarlo a Berlín. Los médicos rusos no aceptaban ese traslado, alegando el delicado estado médico del paciente. Pero tras consultar con sus colegas alemanes, finalmente cedieron y permitieron el traslado.
El vicejefe médico del hospital N1 de Omsk, Anatoli Kalinichenko, explicó que la decisión se tomó después de mantener reuniones con los médicos alemanes llegados en el avión de la fundación Cinema for Peace. Los doctores tenían una opinión diferente a la de sus homólogos rusos y opinaban que el paciente sí estaba en condiciones de viajar.
Según Kalinichenko, a la decisión también contribuyó el hecho de que la condición clínica de Navalni había mejorado, “los niveles críticos estaban descendiendo”.
La decisión se produjo, además, después de horas de incertidumbre en las que el equipo del activista anticorrupción había criticado la posición de los médicos de no permitir el traslado y acusado a las autoridades rusas de intentar encubrir un crimen. Llegaron incluso a apelar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. “Exigimos que se prohíba a las autoridades rusas obstruir el transporte de Navalni a una institución médica. Retrasar el transporte puede ocasionar daños irreparables a la vida y la salud” de Navalni, escribió en Twitter Kira Yármish, su portavoz. Yármish había recordado que el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, había prometido el jueves ayudar en este proceso.
La familia también había solicitado que se enviara a Navalni fuera de Rusia para recibir un mejor tratamiento. Su mujer, Yulia, se dirigió por escrito al presidente de Rusia, Vladímir Putin.
“Después de las reiteradas solicitudes de los familiares, entendiendo que todavía existen ciertos riesgos, los familiares (esposa y hermano) asumen estos riesgos, nosotros decidimos no oponernos”, explicó Kalinichenko. El centro elegido para tratarlo será el hospital universitario La Charité de Berlín, gracias a la fundación Cinema for Peace, que dirige el activista Jaka Bizilj.
Navalni, que desde hace años es la voz más crítica con la Rusia de Putin, tuvo que ser hospitalizado de urgencia el jueves. El político regresaba en avión a Moscú desde Tomsk cuando se sintió indispuesto y perdió el conocimiento. El piloto realizó entonces un aterrizaje de emergencia en Omsk.
Según el entorno de Navalni, de 44 años, la única explicación a ese repentino desfallecimiento es que le hayan envenenado. Esa mañana no había bebido otra cosa que té en la cafetería del aeropuerto.
Los médicos de Omsk no creen que fuese envenenado. El médico jefe del hospital, Alexánder Murajovski, dijo ayer que en los análisis efectuados en tres laboratorios no se habían encontrado indicios de envenenamiento. Su explicación era que Navalni sufrió un “trastorno metabólico”, tal vez causado por “por una fuerte caída de azúcar”, dijo Murajovski. No se hallaron restos de antibióticos o de oxibutirato, una
sustancia usada como anestesia y que al principio se especuló como posible causa. Sí se encontraron restos químicos en la piel y ropa del opositor. Pero Murajovski aclaró que se trataba de químicos habituales en un vaso de plástico y que esos componentes no estaban presentes en la sangre y no suponían un peligro.
Desde el equipo de Navalni rechazan estas conclusiones. Ayer remarcaron que el político es un hombre fuerte que no ha tenido problemas de salud ni diabetes.
Los médicos rusos creen que sufrió un “trastorno metabólico”, pero su entorno insiste en que fue envenenado
Con su actividad anticorrupción, Navalni ha puesto en evidencia a parte de la élite y funcionarios rusos. Desde hace años ha tenido que responder a no pocas demandas en los tribunales por delitos económicos que sus seguidores atribuyen a una conspiración para retirarle de la política. Las consiguientes condenas le han inhabilitado para presentarse a las elecciones.