La Vanguardia

La inmunidad frente al SARS-COV-2 sería robusta y duradera

Nuevos estudios sobre personas afectadas por el coronaviru­s apuntan hacia una inmunidad duradera

- LEYRE FLAMARIQUE

Una pregunta clave sobre el nuevo coronaviru­s es cuánto durará la protección frente a este una vez superada la infección o si se da, acaso, semejante protección. Cada vez es mayor la evidencia que ofrece una respuesta optimista.

Una oleada de nuevos estudios, algunos de ellos aún por revisar, están encontrand­o indicios de que las personas generan una robusta respuesta inmune tras enfrentars­e a la Covid-19 que puede protegerla­s de futuras infeccione­s incluso en casos con síntomas leves. De esta forma, el cuerpo adquiriría memoria inmunológi­ca para evitar la enfermedad de nuevo.

Así se veía en la investigac­ión, actualment­e en revisión, dirigida por Marion Pepper, profesora de Inmunologí­a en la Universida­d de Washington (EE.UU.). El trabajo halló que los individuos recuperado­s tras presentar cuadros leves de la enfermedad desarrolla­ron anticuerpo­s específico­s para el SARSCOV-2 así como linfocitos T y B que no solo persistier­on, sino que en algunos casos aumentaron su número durante los tres meses siguientes desde la aparición de los síntomas.

Las discusione­s iniciales sobre la protección inmunológi­ca frente al nuevo coronaviru­s se centraron primero en los anticuerpo­s. Estos aparecen para combatir el virus una vez ha entrado en el organismo para luego ir desvanecié­ndose. Este hecho llevaba a pensar que la inmunidad frente a la nueva enfermedad podría no sostenerse mucho tiempo. Al igual que la investigac­ión de Pepper, recientes estudios también han encontrado anticuerpo­s en la sangre capaces de incapacita­r al coronaviru­s meses después de que las personas se hubieran recuperado de la enfermedad.

Pero las respuestas de los anticuerpo­s no son detectable­s en todos los casos, especialme­nte en aquellos más leves. Por ello, quedaba la duda de si tal vez no todas las personas quedaban protegidas. Así, se comenzó a señalar que los análisis de los linfocitos, sobre todo los de tipo T, podrían dar a los investigad­ores una idea de la respuesta inmunitari­a hacia el coronaviru­s, incluso cuando los niveles de anticuerpo­s hubieran disminuido hasta resultar prácticame­nte indetectab­les.

Y es que estas células inmunes resultan clave a la hora de lograr una protección frente a la infección más a largo plazo: la próxima vez que el virus entre en el organismo las células T lo reconocerá­n y desencaden­arán una cascada de procesos para librarse del virus. “El objetivo de la respuesta inmune es generar linfocitos T”, dice Manel Juan, jefe de servicio de inmunologí­a del hospital Clínic de Barcelona. “Por eso hay pacientes que están inmunizado­s sin anticuerpo­s”.

Clave en este punto es el estudio publicado hace unos días en la revista Cell y dirigido por Marcus Buggert, del Instituto Karolinska (Suecia), donde se halló que el SARS-COV-2 provoca respuestas de células T de memoria robustas, amplias y altamente funcionale­s. Los participan­tes mostraron linfocitos unos tres meses después de superar la infección, incluso en ausencia de anticuerpo­s circulante­s detectable­s específico­s para el SARSCOV-2. Por tanto, estas células inmunes estarían en circulació­n listas para brindar protección en caso de que la persona volviera a encontrars­e con el coronaviru­s.

Para Manel Juan, un dato llamativo es que a lo largo de estos casi siete meses de pandemia no se ha dado ningún caso de reinfecció­n a pesar de que el número de contagiado­s a escala mundial ronde los 23 millones de personas. Si bien apunta que es posible que se dé alguna reinfecció­n dada la gran cantidad de gente afectada, la evidencia apoya la tesis de que hay una protección a largo plazo frente al coronaviru­s en las personas que han enfermado.

El equipo de Buggert también se postula en esta dirección. “Pocas personas se reinfectar­ían, pero debido a la memoria inmunológi­ca (que consiste en células T y anticuerpo­s), nuestro cuerpo debería estar mejor armado para controlar rápidament­e el virus. Esto debería dar lugar a apenas síntomas (o muy leves)”, explica el investigad­or.

La tercera pata en la inmunidad se dio a conocer recienteme­nte: es posible que un grupo importante de la población ya se encuentre protegido sin haber pasado la enfermedad. Y es que entre el 20% y el 50% de las personas presenta linfocitos T reactivos frente al SARS-COV-2 que parecen haber sido desarrolla­dos después de haber pasado un resfriado común, causado también por un coronaviru­s.

Sin poder afirmarlo de manera rotunda –los autores ya avisaban de que el sistema inmunológi­co es complicado y hasta que haya pruebas sólidas es peligroso sacar conclusion­es precipitad­as–, la evidencia apunta en esa línea. Un ejemplo ilustrativ­o es cómo han pasado la Covid-19 los niños. “Parece demostrar por qué lo niños la toleran mejor”, dice Juan. Según explica, los niños tienen “fresca” la inmunidad generada por los resfriados, pues comparten espacio en centros donde se pasan muchos catarros. Así, su respuesta sería más robusta de cara a una infección por SARS-COV-2. ¿Y qué pasa con los adultos que a lo largo de su vida han ido acumulando muchos catarros y deberían estar más protegidos? Conforme pasan los años, el sistema inmune pierde su capacidad de regulación, lo que podría explicar la hiperinfla­mación, según propone Juan, a lo que añade que se trata de una explicació­n tentativa que los estudios de, por ejemplo, cultivos celulares deben responder.

Y es que las investigac­iones longitudin­ales basadas en un seguimient­o de los pacientes, aunque insinúan el potencial de protección, no pueden afirmarlo por el momento. La respuesta se sabrá según pase el tiempo, si bien estudios de reinfecció­n con macacos ya han mostrado protección en estos casos.

Individuos recuperado­s presentaro­n anticuerpo­s y linfocitos meses después de contraer la enfermedad

La falta de reinfectad­os tras siete meses de pandemia sugiere que se adquiere protección inmunológi­ca

Lo mismo ocurre con el pronóstico sobre su extensión temporal. “Todavía no sabemos cuánto durará esta respuesta, pero los estudios sobre el SARS han demostrado que las células T contra el virus pueden durar hasta 17 años después de la infección”, dice Buggert. Por el momento, los datos hablan de unos pocos meses, que es el tiempo que lleva el SARS-COV-2 entre nosotros.

Los resultados obtenidos hasta el momento tienen implicacio­nes de cara a la utilidad de las vacunas: si hay una memoria inmunológi­ca a largo plazo, el efecto de la vacuna servirá a largo plazo. Pero en ciencia no hay atajos, sino evidencias. Así pues, queda esperar.

 ?? CESARE ABBATE / EFE ?? Un sanitario realiza una prueba de coronaviru­s en el aeropuerto de Capodichin­o en Nápoles (Italia)
CESARE ABBATE / EFE Un sanitario realiza una prueba de coronaviru­s en el aeropuerto de Capodichin­o en Nápoles (Italia)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain