Florian Boesch
Florian Boesch
El debut del alemán Florian Boesch (49) en la Schubertíada de Vilabertran no dejó indiferente. En su lectura del ciclo de lieder La bella molinera mostró gran implicación dramática, un instrumento maleable y una dicción clara e incisiva.
Intérpretes: F. Boesch, barítono; Christian Koch, piano
Obra: Die schöne müllerin D 795 Lugar y fecha: Canónica de Santa Maria de Vilabertran (20/VIII/2020). Schubertíada
Imposible quedarse indiferente ante el carisma interpretativo del barítono alemán Florian Boesch, después de su indómita presentación en la Schubertíada de Vilabertran. Doble debut el de este especialista del lied y su acompañante al piano, Christian Koch, vibrante y sonoro, con un Die schöne müllerin, teatral e intenso. Con un inicio de aguas revueltas, Das wandern, Halt! o Am feierabend, donde el piano pareció desbordarse por la intensidad musical imprimida, Boesch marcó una lectura de gran implicación dramática, con un instrumento maleable, de graves y centro lustrosos, timbre varonil y una dicción clara e incisiva. El barítono cantó sin red, aligerando la voz y buscando sonidos de cabeza para mostrar la fragilidad emocional del protagonista como en la reveladora Der neugierige, donde el piano de Koch de repente fue un remanso fluvial que preanuncia el lied de cuna final.
Siempre en busca del contraste, de la dulzura ingenua de Tränenregen a la desesperada euforia volátil de Mein!, Boesch demostró por qué el “hablar cantando” es un arte del que conoce el secreto. Inflexiones, medias voces, meticulosa articulación, intención en cada palabra, con un fraseo que exhaló conmovedor en Die liebe farbe hasta convertir la frase “Mein schatz hat’s grün so gern” en un mantra de sombría y sinestésica atemporalidad. Con una acústica algo reverberante por la ausencia de los bancos de la iglesia, con sillas de plástico que dejaron el suelo resonar en la Canònica, este viaje del enamorado de la Bella molinera pareció un sueño de una noche de verano ampurdanés. El final extático de Der müller un der bach y Des baches wiegenlied dejó constancia de la grandeza liederística y estilística de un Boesch en estado de gracia y madurez.