La Vanguardia

Populismo en un yate de lujo

Steve Bannon puede recibir una larga pena por su presunta estafa con el dinero del muro

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Así es la época de la pandemia. Los esenciales, al tajo mientras Steve Bannon, el defensor de “los olvidados”, se cobijaba del virus en un yate de lujo valorado en 28 millones de dólares.

En ocasiones, Bannon, de 66 años, se equiparó en su maquiaveli­smo a Thomas Cromwell, intrigante y mano derecha de Enrique VIII de Inglaterra. Cromwell perdió la cabeza y no en sentido figurado. Lo decapitaro­n.

La caída del que fuera arquitecto de la campaña de Trump en el 2016, y su estratega en los inicios de su Gobierno, se ha producido sin derramamie­nto de sangre, pero en un baño de sol.

Su detención y procesamie­nto por fraude y lavado de dinero, al apropiarse presuntame­nte de fondos donados por miles de trumpistas para construir el muro en la frontera con México, como prometió Trump, le puede costar hasta 20 años de cárcel por cada uno de los cargos.

Más que Sloppy Steve –desaliñado, según el mote que le puso el presidente cuando abandonó la corte de la Casa Blanca–, la imagen que dio al salir en libertad con fianza de cinco millones de dólares era más bien la del navegante bronceado en dique seco.

Ante el juez, por vídeo, esposado y luciendo máscara, sin dejar de moverse en la silla adelante y atrás, se declaró no culpable.

Una nube de periodista­s le esperaban a la salida de las dependenci­as judiciales del bajo Manhattan. Si otros envuelven sus pecados en las banderas, Bannon hizo lo propio con el estandarte del trumpismo. “Todo este fiasco se ha montado para frenar a las personas que quieren construir el muro”, afirmó antes de subirse al coche. Su estilo recordó palabra por palabra al del presidente, que siempre resulta ser la víctima de la conspiraci­ón de las cloacas.

A pesar de su alarde de populista y de ser el creador de la narrativa de que el multimillo­nario candidato republican­o era el salvador de la deprimida y abandonada clase media blanca, Bannon siente una fuerte atracción por la vida de la alta sociedad y el lujo, sostiene la Fiscalía en su escrito de acusación. Él y tres socios afrontan la acusación de que desviaron el dinero de las donaciones, que alcanzaron un total superior a los 25 millones.

Bannon sufrió un mal despertar a la realidad la mañana del jueves. Los agentes federales le echaron el guante en la costa de Connecticu­t, mientras disfrutaba de su veraneo en una embarcació­n, de 40 metros de longitud, de Guo Wengui, multimillo­nario chino y fugitivo de la justicia de su país. Pekín lo persigue por fraude, chantaje y soborno

Al poco de irse del Gobierno, Bannon entró en el círculo de Guo, a quien también se conoce como Miles Kwok y que llegó a ser miembro de Mar-a-lago, el club privado de Trump en Palm Beach (Florida).

Guo se instaló en un apartament­o en Manhattan por el que pagó 68 millones.

A los dos les unió el profundo odio al Partido Comunista Chino. Bannon se ha pasado casi todo el verano en su yate para protegerse de la Covid-19, sobre la que lanzó un podcast centrado en su peligro sanitario y económico.

Como Trump, es un defensor de tomar hidroxiclo­roquina. Pese a las advertenci­as médicas, la ha consumido de forma regular. Hay otro paralelism­o. Trump llegó a un acuerdo judicial el pasado año para cerrar su fundación, después de que le acusaran de usar fondos en su beneficio.

Además de Michael Flynn, su primer consejero de seguridad nacional, o de Michel Cohen, su abogado personal, Bannon es el tercer responsabl­e de la campaña de Trump que sufre problemas penales. Paul Manafor recibió una sentencia de más de siete años y a Rick Gates le impusieron solo 45 días de reclusión porque aceptó colaborar con la investigac­ión de la intromisió­n rusa.

En el despacho oval, el presidente se expresó como si Bannon, por el que expresó “tristeza”, fuera alguien muy lejano. “Hace tiempo que no tengo relación con él”, aseguró. También remarcó

“Todo este fiasco se ha montado para frenar a los que quieren el muro”, dijo Bannon tras salir en libertad

El exasesor de Trump se refugió contra el virus en un barco de 28 millones, propiedad de un fugitivo de China

que nunca le gustó la idea de una campaña privada para el muro.

No pensó lo mismo su hijo Donald Trump jr. En el 2019 elogió la iniciativa. “Lo que hacéis es impresiona­nte”, dijo. “Es una demostraci­ón de lo que es capaz el capitalism­o”. Don jr. emitió un comunicado este jueves para negar cualquier implicació­n.

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ANDREW KELLY / REUTERS Bannon lucía un notable bronceado en la imagen, al abandonar la Corte Federal de Manhattan

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