La Vanguardia

Una “curranta” que rechaza los frentes

La nueva portavoz del grupo popular en el Congreso forjó su carrera en la política municipal, que supone cercanía con las personas

- CARMEN DEL RIEGO

Llega a la portavocía del PP en el Congreso con la marca de moderada, en contraposi­ción a su antecesora, Cayetana Álvarez de Toledo. Pero ella solo se reconoce “curranta”. Y no por casualidad. Nacer un 23 de diciembre marcó a Concepción (Cuca) Gamarra (Logroño, 1974). Desde que empezó a ir al colegio, en Las Agustinas, fue siempre la más pequeña de su clase, lo que le obligó a esforzarse más. Un año a esas edades se nota, y solo trabajando más logró ser una buena estudiante.

Nacida en una familia de clase media, es la mayor de tres hermanos. Su infancia fue feliz, confiesa en conversaci­ón con La Vanguardia, rodeada de hermanos, primos, tíos y sus abuelas, ya que a los abuelos no los conoció. Una muchacha a la que le gustaba sobre todo leer y que a los 12 o 13 años soñaba con ser periodista, por el halo de aventura que rodeaba a esa profesión. Veía a los correspons­ales de TVE y quería viajar a aquellos lugares. Le gustaba leer los periódicos con su abuela materna, y analizaban la política, “que es la vida, no los partidos”.

A los 17 años abandonó la comodidad de la vida familiar y se fue a Bilbao a estudiar Derecho Económico en la Universida­d de Deusto. Allí vivió siete años de los que guarda muy buenos recuerdos y grandes amigos. Tras licenciars­e, hizo las prácticas y empezó a trabajar en el País Vasco, pero con la idea de volver a Logroño. Cuando lo logró, ya se había implicado en política. Primero en Gesto por la Paz, porque “frente al terrorismo hay que tomar partido”, y después en Nuevas Generacion­es del PP, producto, dice, de “un acto de rebeldía” tras la última victoria de Felipe González, en 1993. Se afilió y asistió a reuniones, pero nada más. No tenía ningún interés en la vida orgánica del partido.

Aunque la política no entraba en sus planes, pues era una “abogada vocacional”, parecía ir en su busca. Ya en Logroño empezó a trabajar en el despacho de José María Gilabert, alto cargo en los gobiernos de UCD y que llegó a ser fiscal general del Estado en la etapa en que se produjo el intento de golpe del 23-F. Con Gilabert, aprendió no solo todo lo que sabe de Derecho, sino también la importanci­a de la transición, que le desvelaba uno de sus protagonis­tas. Aprendió que la política es tener altura de miras y “no es de frentes, sino de mesas e interés general”. También que en política el protagonis­mo es de la sociedad, y los políticos “somos actores secundario­s”.

Mientras aprendía todo eso, empezó a liderar un grupo de Nuevas Generacion­es que hacían política “en el pueblo y en la bodega”, algo lógico en una riojana. Eso también la define. Le gusta la gastronomí­a por lo que supone de sentarse a una mesa y disfrutar de las sobremesas, de la charla, de los amigos y de una botella de vino, porque “cada una tiene una historia detrás”.

Así llegó el 2003 y el entonces alcalde de Logroño, Julio Revuelta, la situó en la lista municipal. Con 28 años consiguió ser concejal, pero compatibil­izó su puesto con el despacho, porque quería labrarse un futuro. Pero cuatro años más tarde, el PP perdió las elecciones, el cabeza de lista dimitió y se vio de portavoz de la oposición, lo que ya la obligó a dejar el trabajo. Esos cuatro años, admite, fueron “la etapa en la que más he aprendido”, ya que está convencida de que “se aprende en la oposición y cuando gobiernas lo pones en práctica”.

Y lo puso en práctica en el 2011 cuando ganó las elecciones con mayoría absoluta y se convirtió en la primera alcaldesa de Logroño, la que más apoyo ha tenido nunca. Estuvo en el puesto ocho años, a la vez que era vicepresid­enta de la FEMP.

Tras la marcha de Rajoy y después de que Pablo Casado se impusiera en el congreso del PP a Soraya Sáenz de Santamaría, el nuevo líder popular le ofreció incorporar­se a la dirección como vicesecret­aria de política social, a pesar de que ella había ido en la candidatur­a de la exvicepres­identa del gobierno. Conoce a Casado desde hace muchos años, de cuando él era presidente de Nuevas Generacion­es de Madrid, pues aunque no coincidió con su mandato en La Rioja, tenían amigos comunes. Lo que la decidió a aceptar el puesto fue que la política social “es lo más parecido a la política municipal, ya que trata de los problemas de la gente”.

Había llegado el momento de dar el salto a la política nacional, y en el 2019 fue elegida diputada en el Congreso. Cuando recuerda el primer día que intervino en la Cámara, todavía siente algo especial: “Tengo mucho respeto a las institucio­nes”.

Cuca, “una mujer muy libre”, ha asumido tantos retos que no ha tenido tiempo para otras cosas. Amiga de sus amigos, el tiempo que le roba al sueño lo dedica al deporte, su “válvula de escape”. Se levanta pronto y corre 12 kilómetros con un grupo de amigos, con los que después desayuna. Ha corrido maratones y medios maratones, una forma de viajar y disfrutar de la vida y los amigos. Su afición por el deporte no se queda ahí. Esquía y desde hace unos años juega al golf, y eso que de pequeña el deporte no era lo suyo. “No saltaba ni el plinto”, admite.

Si aún le queda tiempo, cada vez menos, le gusta leer. Entre sus autores preferidos están Paul Auster y Rafael Chirbes, a quien admira por la forma en la que describió las consecuenc­ias de la anterior crisis.

Trabajó en el despacho del centrista Gilabert y aprendió la importanci­a de la transición y lo que significa la política

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DANI DUCH La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, nos enseña las medallas que atesora por su participac­ión en los maratones y medios maratones que corre

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