Mali, el frágil muro antiyihadista
El pasado martes, militares malienses dieron un golpe de Estado que acabó con la presidencia de Ibrahim Bubacar Keita, forzado a dimitir. Los uniformados, agrupados en torno a un autodenominado Comité Nacional para la Salvación del Pueblo, han prometido una transición que desemboque en unas elecciones “en un plazo razonable”.
El derrocamiento de Keita ha tenido una doble respuesta. En clave interna, y tras meses de manifestaciones contra el presidente, el malestar en la calle se tradujo en júbilo por el triunfo de la asonada militar. En clave internacional, sin embargo, la caída de Keita es vista con preocupación porque puede suponer un mayor deterioro de la seguridad en la conflictiva región del Sahel, en la que Mali tiene un papel clave como muro de contención para frenar el avance del yihadismo.
La comunidad internacional ha condenado el golpe, y los países vecinos han pedido la liberación inmediata de Keita. La nueva situación supone un revés importante en especial para Francia. El presidente Macron había apoyado al líder maliense como parte de la estrategia militar francesa en su excolonia para detener a un yihadismo que no ha dejado de ganar terreno en el norte de Mali y amenaza con penetrar en otros países del Sahel como Níger y Burkina Faso.
Muestra de la preocupación internacional por los avances islamistas fundamentalistas es el hecho de que la ONU tiene desde hace años una misión de mantenimiento de la paz de 15.600 soldados. Pero pese al apoyo exterior, Keita no ha logrado en sus siete años en el poder –que también alcanzó gracias a un golpe de Estado– estabilizar un país cuya parte norte está en manos yihadistas. Mali es clave desde el punto de vista geoestratégico en la contención del terrorismo islamista. Las franquicias de Al Qaeda y del Estado Islámico son cada vez más activas en el Sahel, y el vacío de poder que vive el país en estos momentos puede ser su mejor aliado, como también para las mafias que trafican con inmigrantes.
Francia tiene en marcha desde el 2014 la operación Barjan, con 5.000 soldados más otros 3.000 de países europeos, entre ellos España. También EE.UU. tiene asesores militares en Mali. El contingente galo lleva meses combatiendo con grupos salafistas, pero la situación militar ha entrado en una nueva fase por la incertidumbre política que se vive en Bamako, la capital del país. Independizado de Francia en 1959, Mali es uno de los estados más pobres y subdesarrollados del mundo, situación agravada desde el 2012 con la rebelión tuareg en el norte y los continuos choques étnicos que no hacen más que acentuar la descomposición del país. Mali está hundido en la inestabilidad, la corrupción y la crisis económica, a las que hay que sumar el coronavirus. El golpe militar no ha hecho más que empeorar la situación de un enclave estratégico para contener el avance yihadista en el avispero de África.
El golpe de Estado agrava la situación de un país estratégico ante el avance islamista en el Sahel