Ca Na Toneta da un giro a su propuesta
Dice María Solivellas, al frente de los fogones de Ca Na Toneta (en Caimari, un pueblecito a los pies de la mallorquina sierra de Tramontana), que hacía tiempo que pensaba en dejar de lado el menú degustación para pasarse a ofrecer platillos para compartir.
El empujón final se lo ha dado el confinamiento y ese “adaptarse a las nuevas circunstancias” que ha tocado profundamente a todo el sector de la restauración. Observando lo que quiere y necesita ahora mismo la gente –“ser cuidada y sentirse segura y libre”, señala la chef mallorquina–, este verano ha dado un giro de 90 grados a su propuesta gastronómica, que desde que reabrió el restaurante ejecuta diariamente sola en la cocina.
“Seguimos con la misma filosofía y compromiso de los últimos 25 años. Somos los mismos, pero transformados”, asegura Solivellas. Y es que aunque hayan abandonado el menú degustación, el paisaje y el producto mallorquín siguen siendo los principales protagonistas del discurso de cada platillo para compartir.
En la nueva carta se presentan doce, entre los que destacan elaboraciones como la sabrosa berenjena de cordero mallorquín asado con salsa de pera y romero; el tomate rosado de s’hortolà (¡qué tomate!) con atún marinado, aceitunas, pepino y garbanzos tiernos; los tallarines de calabacín con mozzarella de vaca mallorquina, anchoas, piño
nes, albahaca y tomates secos, o los mejillones de roca de Mahón con cítricos e hinojo.
Tampoco faltan las cocas, el tumbet y el trempò; y dos postres para compartir: el sorbete de fresa, gató de almendra y menta y la tabla de quesos mallorquines.
Además, en la recepción del restaurante han abierto un corner dedicado a la venta de vinos naturales procedentes de la isla y han ampliado espacio de terraza, utilizando el jardín de la casa contigua a Ca Na Toneta: con este cambio han pasado a poder dar servicio a 50 comensales en vez de a 15, ya que el interior del local permanece cerrado.