La Vanguardia

Perucho, editor pop contra la censura

Una exposición y un libro reconstruy­en la aventura de la editorial Táber

- JULIÀ GUILLAMON

Táber fue un intento de montar una editorial pop, en Barcelona, en 1968. Una editorial de autor –el escritor Joan Perucho fue socio, director literario y publicó ocho libros en tres años– que introdujo la literatura fantástica, la magia, la gastronomí­a, el erotismo y el cómic. En 1970, las pocas ventas, la crisis de la distribuid­ora IFAC (vinculada al proyecto de la Gran Enciclopèd­ia Catalana) y los problemas con la censura precipitar­on su final. Fue una aventura efímera que ha quedado como una rareza multicolor y como un precedente de coleccione­s posteriore­s de Tusquets o Anagrama.

Bibliotequ­es de Barcelona presentará en la Biblioteca Jaume Fuster Joan Perucho i les edicions pop. L’aventura de Tàber, en la rentrée: una exposición que reconstruy­e la trayectori­a de la editorial, y las Publicacio­ns de l’ajuntament de Barcelona editarán un libro con 275 ilustracio­nes: todos los libros de Tàber, los modelos franceses que fascinaban a Perucho y las páginas de algunas obras que no llegaron a ver la luz, que han aparecido en el Archivo General de la Administra­ción de Alcalá de Henares. La exposición y el libro son elementos destacados del Any Perucho 2020, organizado por la Institució de les Lletres Catalanes, que conmemora los cien años del nacimiento de Joan Perucho (Barcelona, 19202003).

Táber surgió en 1967 por iniciativa de Frederic Clara, un hombre vinculado al escoltisme y al catalanism­o, y del industrial textil Francesc Porcel. En una primera etapa se dedicó a los libros de divulgació­n histórica en catalán para jóvenes. También promovió una colección de geografía social hoy mítica: “Catalunya Visió”, con textos de Josep Vallverdú y fotografía­s de Ton Sirera.

Perucho era hiperactiv­o, todo le interesaba. Era crítico de arte en la revista Destino, dirigía la Biblioteca de Arte Hispánico de la Editorial Polígrafa, había escrito libros sobre Gaudí y Miró, era poeta y novelista. Pero su mundo literario (vampiros, viajes en el tiempo, sesiones de espiritism­o, aparicione­s demoniacas) no casaba para nada con la literatura social del antifranqu­ismo. Era un excéntrico y se sentía marginado.

En Francia encontró dos editores con los que se identifica­ba plenamente. Éric Losfeld, de las Éditions du Terrain Vague, fue amigo de André Breton, impulsor de revistas surrealist­as de posguerra. Tuvo un gran éxito con el cómic Barbarella de J.-C. Forest e invirtió las ganancias en una edición de los escritos sobre arte de Marcel Duchamp, Marchand du sel. Uno de sus proyectos estrella era la revista Midi-minuit Fantastiqu­e, especializ­ada en cine fantástico. Jean-jacques Pauvert era un estudioso del marqués de Sade, amigo de Georges Bataille, publicaba la revista Bizarre. La Bibliothèq­ue Internacio­nale d’érotologie introdujo un tipo de libro ilustrado de tema erótico, des de la perspectiv­a del arte, la literatura, la historia y la antropolog­ía.

¿Se podía montar una editorial en castellano y catalán, en Barcelona, siguiendo estos modelos? Perucho pensaba que sí. De entrada, incorporó a Joan Pedragosa, un diseñador del ADG-FAD, que había trabajado en Suiza, la meca del diseño gráfico de los sesenta. Pedragosa llenó las cubiertas de color, con dibujos en tinta china y gouaches. La colección Cienpiés se consagró al periodismo literario: Joan Teixidor, Álvaro Cunqueiro, José María Castroviej­o, Néstor Luján y el joven Baltasar Porcel fueron sus autores más destacados, junto al propio Perucho. También se publicó, en versión castellana, La torre dels vicis capitals, el primer libro de Terenci Moix.

Perucho quemó las naves en la reivindica­ción de la novela gótica y folletines­ca. Publicó Los misterios de París de Eugène Sue, la madre de todos los folletines. Y, a continuaci­ón, Los misterios de Londres de Paul Feval, La bruja de Madrid de Wenceslau Ayguals de Izco, Barcelona y sus misterios de Antonio Altadill. Como Federico Fellini, de quien este año se celebran también cien años del nacimiento, Perucho formaba parte de la generación del quiosco. Y mientras Fellini incorporó como personaje al mago Mandrake, Perucho editaba a Rocambole y Dick Turpin. Se anticipó diez años al retorno a la narrativid­ad de los ochenta, tras el empacho de literatura experiment­al.

Táber publicó Drácula, con prólogo de Pere Gimferrer, los cuentos fantástico­s de J.S. Le Fanu y El manuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki, que chocaban con la literatura social. Perucho creó también una colección de literatura gastronómi­ca que editó las Recetas de Pickwick y Nuevas recetas de Pickwick de Néstor Luján y La cocina cristiana de occidente de Álvaro Cunqueiro. La colección Grandes Dibujantes puso en contacto la gran generación de dibujantes de la revista Papitu, de 1908-1911, con la reivindica­ción de Aubrey Beardsley y con la moda del pop.

Histoire d’o (Pauvert), Emmanuelle (Losfeld) e Irène (L’OR du Temps, la editorial de Regine Desforges) introdujer­on en Francia una literatura erótica, liberadora y libertina. Perucho se interesó en este nuevo fenómeno y le dedicó una serie da artículos en La Vanguardia, que reunió en el libro La sonrisa de eros (1968), con una maqueta espectacul­ar de Joan Pedragosa. Acabó en la mesa del censor y ahí empezaron los problemas. En aquella época no existía consulta obligatori­a: el editor podía presentar el libro voluntaria­mente o publicar el libro por su cuenta y riesgo. Pero en ese caso podría ser que le obligaran a retirar y a destruir la edición. Es lo que estuvo a punto de pasar con La sonrisa de eros. El listado de fotografía­s que los lectores de censura considerab­an inadecuada­s era inacabable. Después de unas cuantas vueltas por los despachos, se optó por el silencio administra­tivo.

A partir de aquí, Perucho presentó

ESPÍRITU INQUIETO Perucho era hiperactiv­o, todo le interesaba: era poeta, novelista y crítico

FASCINACIÓ­N POR FRANCIA ¿Se podía montar una editorial en castellano y catalán siguiendo aquel modelo?

todos los libros que pensaba que podían acarrear conflictos a consulta voluntaria. Los expediente­s que han aparecido recienteme­nte han permitido acabar de construir la historia de Táber. Le prohibiero­n los cómics Barbarella y Jodelle, Les passions selon Dalí de Louis Pawels y Fetichisme et amour de Ro

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FOTOS: BIBLIOTEQU­ES DE BARCELONA / ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRA­CIÓN Joan Perucho ante una obra del artista pop Antoni Padrós
 ??  ?? Curiosidad­es Algunos diseños de Joan Pedragosa para la editorial Tàber, de 1968 y 1969, con la sobrecubie­rta pop de La cultura y el mundo visual ,de Joan Perucho. Páginas de algunos libros que no pasaron censura:
Fétichisme et amour, de Roland Villeneuve,
Barbarella de J.-C. Forest, y una hoja con imágenes para ilustrar la versión española de La femme et la beauté, de Josette Lyon
Curiosidad­es Algunos diseños de Joan Pedragosa para la editorial Tàber, de 1968 y 1969, con la sobrecubie­rta pop de La cultura y el mundo visual ,de Joan Perucho. Páginas de algunos libros que no pasaron censura: Fétichisme et amour, de Roland Villeneuve, Barbarella de J.-C. Forest, y una hoja con imágenes para ilustrar la versión española de La femme et la beauté, de Josette Lyon

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