La campaña electoral en EE.UU. adquiere un tono apocalíptico
Demócratas y republicanos se acusan de llevar el país a la perdición
La campaña de las elecciones del 3 de noviembre en EE.UU. está siendo planteada por demócratas y republicanos en términos apocalípticos. Para el demócrata Joe Biden, elegido oficialmente esta semana aspirante a la Casa Blanca, Donald Trump es un peligro para la supervivencia del país. El presidente, a su vez, advierte que un triunfo demócrata representaría el fin de la civilización americana.
Que estas elecciones presidenciales son “una batalla por el alma de la nación” es oficialmente el eslogan de la campaña del demócrata Joe Biden pero si hay una sola cosa que une a progresistas y conservadores es la certeza de que, gane quien gane, nada será igual en Estados Unidos después del tres de noviembre. Son las elecciones del Apocalipsis.
“Si nuestros rivales prevalecen, nadie volverá a estar seguro en este país. Soy lo último que separa el sueño americano de la anarquía total, la locura y el caos. Si no ganamos, todo desaparecerá, todo”, avisa el candidato republicano, el presidente Donald Trump, con la vista puesta en lo que llama “las amas de casa” de los suburbs, las zonas residenciales a las afueras de las ciudades, un territorio tradicionalmente republicano que desde el 2018 bascula hacia los demócratas gracias al voto de las mujeres. “El tres de noviembre está en juego el futuro de nuestro país y nuestra civilización”.
Quien habla es la misma persona a la que durante cuatro días, en la convención que ha proclamado candidato a la Casa Blanca a Biden y a Kamala Harris, aspirante a vicepresidenta, los demócratas y un puñado de republicanos anti-trump han definido como la encarnación misma del caos, una traición a los valores fundacionales del país y un peligro para su supervivencia.
“Este Gobierno ha demostrado que derribará nuestra democracia si eso es lo que hace falta para ganar”; “no dejéis que os quiten el poder, no dejéis que os quiten la democracia”, dijo en términos apocalípticos con la mirada encendida el expresidente Barack Obama, que acusó a Trump de convertir la presidencia de EE.UU. en un reality show para colmar su insaciable ego. Cuatro años más de Trump, adujo, cambiarán el carácter del país.
Como en el 2016, el principal argumento del partido para pedir el voto vuelve a ser la necesidad de frenar a Trump. Entonces no fue suficiente. La ola de indignación contra las elites sobre la que cabalgaba el impensable candidato republicano era más potente de lo que creyeron. Y Hillary Clinton, una débil rival en semejante contexto. Ahora esperan que la experiencia acumulada convenza a los estadounidenses de que deben decir basta y apoyar a Biden. “¿Os acordáis cuando en el 2016 Trump preguntó que
Los demócratas centran de nuevo su mensaje en la necesidad de frenar a Trump, “una amenaza” para la democracia”
qué podíamos perder [votando por él]. Bueno, ahora lo sabemos: la sanidad, el empleo, nuestros seres queridos, nuestro liderazgo mundial e incluso nuestro servicio postal”, dice la exsecretaria de Estado.
Si Trump es reelegido, advirtió Biden, “los próximos años serán más de lo mismo: un presidente que no asume responsabilidades, que se niega a liderar, que echa las culpas a otros, flirtea con dictadores e inflama las llamas del odio y la división”, afirmó en su discurso de aceptación de la nominación presidencial. Su mensaje prácticamente no ha cambiado desde que en abril del 2019 se lanzó a la carrera: la promesa de “restaurar el alma” del país. Al principio no caló. Ni el partido creía en él. Pero tras un desastroso comienzo en las primarias en el lejano mes de enero, el voto negro de Carolina del Sur resucitó su candidatura a finales de febrero y el resto de rivales le cedieron el paso para frenar a Bernie Sanders, que para horror del establishment demócrata avanzaba sin freno hacia la victoria.
Pronto la pandemia daría un nuevo significado a la promesa de Biden de devolver la normalidad a EE.UU., un país hoy en duelo. Con un presidente en la Casa Blanca que ha minusvalorado la amenaza del virus, desoído los avisos de los científicos y desincentivado el uso de la mascarilla, la empatía de Biden parece ahora un argumento más persuasivo. “A Joe le importamos”, han dicho un sinfín de oradores esta