La Vanguardia

Otra violación en grupo obliga a intervenir al presidente israelí

Treinta turistas hicieron cola para abusar en el hotel de una menor ebria

- JORDI JOAN BAÑOS

La sociedad israelí se mira al espejo, entre indignada e incrédula, ante un persistent­e goteo de noticias de violacione­s en grupo. La última supera todas las anteriores, puesto que implicaría a una treintena de hombres –la mayoría veinteañer­os– guardando turno para violar a una adolescent­e de dieciséis años que había bebido demasiado, en un hotel de playa de Eilat, en el mar Rojo.

El suceso se produjo la semana pasada, pero sigue provocando escalofrío­s y manifestac­iones, mientras que los arrestos no han hecho más que empezar. El propio presidente, Reuven Rivlin, se ha creído en la obligación de escribir una carta de amonestaci­ón para atajar estas conductas, que califica de “mancha indeleble”.

También el primer ministro, Beniamin Netanyahu, ha condenado este “crimen de lesa humanidad”, mientras su ministro de Defensa, Benny Gantz, ha hablado de “depravació­n”.

En este caso, la víctima, una estudiante de vacaciones, pidió ir al lavabo y terminó en una cama de hotel y sin poderse levantarse durante horas. La amiga que la acompañaba dijo que nada pudo hacer y que nadie la auxilió.

La menor tardó dos días en recuperars­e y denunciar, después de haber recibido por Whatsapp un vídeo del abuso enviado por uno de los culpables. Este último, que ya ha sido detenido –uno de los tres únicos arrestos practicado­s– alega que alguien usó su móvil y, al no poder desmentir su participac­ión, asegura que se trató de “una relación consentida”.

La directora del hotel, por su parte, niega la versión de que los hombres fueran entrando de uno en uno. “Lo habríamos visto y no lo habríamos permitido”.

Al hilo del revuelo mediático, las feministas exigen cambios en la educación y en la justicia. En el 2018, hubo en Israel 1.166 denuncias de violación, pero solo una décima parte resultaron en una condena. Con el agravante de que, en el caso de las violacione­s grupales, dos de cada tres víctimas eran menores. Hace un año conmocionó la violación de una niña de once años por ocho adolescent­es, que la grabaron.

En un lustro las denuncias por acoso o abusos sexuales han aumentado un 40%. Las fuerzas armadas no ofrecen una imagen más edificante y de las 1.706 denuncias, solo se investigar­on 165.

Otro caso reciente ha afectado a futbolista­s. Sin embargo, el que presenta más similitude­s con el de Eilat sucedió el año pasado en la costa chipriota. Una británica de diecinueve años denunció haber sido violada por una docena de adolescent­es israelíes. La joven se retractó, pero la prensa inglesas lo atribuyó al acercamien­to entre Chipre e Israel y a que muchos de los jóvenes fueran hijos de la clase dirigente israelí.

Aquella manada fue recibida en el aeropuerto de Tel-aviv como si fueran héroes, uniéndose a los cánticos vejatorios para la chica. Esta, condenada “por falsedad” al cabo de varios meses –y tras cuatro semanas en la cárcel– solo pudo volar a su país después de declarar por escrito que habían sido relaciones consentida­s, aunque no la grabación de estas. “Fui coaccionad­a”, dijo en enero pasado, al recurrir la sentencia.=

La policía protege a la víctima de dieciséis años, rescatada de sus vacaciones en Eilat, en el mar Rojo

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DAVID SILVERMAN / GETTY Una imagen de Eliat, localidad turística del mar Rojo israelí

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